El Evangelio de Rembrant entre las sombras del Thyssen de Málaga
El museo acoge un diálogo entre la fe y la sombra en 35 estampas que inspiraron a Goya y Picasso
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Málaga
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Iniciar sesiónEntre luces quebradas y sombras que respiran verdad, el arte religioso de Rembrandt toma cuerpo en el Museo Carmen Thyssen Málaga. Bajo el título «Rembrandt grabador», la pinacoteca presenta 35 estampas del genio neerlandés, procedentes del Museo Lázaro Galdiano, que ocupan la Sala ... Noble y podrán visitarse hasta el 18 de enero de 2026.
La muestra, patrocinada por Fundación Cajasol, traza un recorrido de fe y humanidad a través de retratos, autorretratos y una intensa secuencia de escenas bíblicas que van desde el Nacimiento hasta el Descendimiento de Cristo.
El eje de la exposición lo marcan dos grabados sobre el Descendimiento de Cristo, situados como corazón de la muestra. Para la comisaria de la muestra, Carmen Espinosa, del Museo Lázaro Galdiano, estas dos estampas resumen el genio técnico y espiritual del artista. En la versión más grande, trabajada solo al aguafuerte, se aprecia la maestría del trazo; en la más pequeña, el dramatismo surge del contraste entre luz y oscuridad, con una modernidad que aún asombra.
«Estamos ante una obra atemporal», afirma Espinosa. «Cuando el visitante salga, pensará: qué dominio de la luz». No es una hipérbole: en estos dos grabados se concentra la tensión entre lo humano y lo divino, el peso del cuerpo muerto y la esperanza de la redención.
Fe hecha imagen
La exposición no busca un catálogo de «grandes éxitos», sino una lectura espiritual y humana del Evangelio a través del claroscuro. Rembrandt se detiene en el Cristo doliente y cercano, no en el glorioso. Sus figuras se reconocen por la compasión y por el realismo de los gestos: no hay distancia entre la fe y la vida cotidiana.
Espinosa destaca una de las estampas más sutiles, dedicada a la Sagrada Familia. A primera vista parece una escena doméstica, una madre y su hijo en la penumbra, pero un detalle simbólico lo transforma todo: una serpiente bajo el vestido de la mujer, alusión a María como nueva Eva. Esa capacidad para convertir lo divino en algo familiar y reconocible es, según la comisaria, una de las señas de identidad del maestro.
El Rembrandt retratista dialoga con el Rembrandt creyente. La primera parte de la exposición reúne varios retratos y autorretratos donde el artista explora la psicología y la condición humana. «Es uno de los mejores retratistas de la historia», afirma Espinosa, y las estampas lo demuestran desde las primeras planchas, con su dominio de aguafuerte, punta seca y aguada.
Entre ellas destaca el autorretrato con penacho, pieza íntima y de orgullo personal. No fue concebida para la venta, sino como declaración de identidad: Rembrandt se representa con nobleza, consciente de su oficio y su talento. Esa imagen del creador, seguro de su luz, enlaza con la espiritualidad de las escenas religiosas, donde el mismo impulso técnico se pone al servicio de la fe.
La herencia de un genio
Más allá de la devoción, la exposición recuerda el legado artístico de Rembrandt. Fue más reconocido en vida como grabador que como pintor, y su manejo de la luz influyó decisivamente en Goya y Picasso. Ambos encontraron en él el ejemplo de cómo la técnica puede transformarse enemoción.
La comisaria resume así su relevancia: «Sin Rembrandt, el grabado europeo no habría alcanzado esa libertad de expresión. Fue maestro de todos los que vinieron después».
De las 50 planchas que conserva el Lázaro Galdiano, se han seleccionado 35 para garantizar un recorrido claro y equilibrado. El diseño expositivo alterna obras de demostración técnica con otras de profundidad espiritual. Las primeras muestran la precisión del trazo; las segundas, la emoción contenida del relato sagrado.
El visitante puede recorrer así, paso a paso, la transformación de un artista que, entre el taller y la fe, buscó la verdad en la penumbra. Y en ese viaje, los dos descendimientos actúan como espejo y síntesis de toda su obra.
En el silencio de la Sala Noble, Rembrandt parece aún dialogar con Dios a través del cobre y la sombra. Sus estampas respiran esa verdad: que la luz, cuando nace de la fe y del asombro, no se apaga nunca.
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