Marbella
Enrique Lamelas, el terror de las mafias de la Costa del Sol, alcanza el jubileo
Se retira el comisario que más tiempo ha pasado al frente de la Policía Nacional en Marbella
Desde 1979 ha pasado por robos, atracos, homicidios o crimen organizado
J.J. Madueño
Marbella
Enrique Lamelas ingresó en la Escuela Superior de Policía el 1 de febrero de 1979. «Fue la última promoción en esta escuela. Soy de los últimos de la vieja escuela y de la primera promoción en la que hubo mujeres», relata orgulloso de sus ... inicios en la Policía Nacional, cuerpo al que ha consagrado su vida y al que ha dedicado lo mejor de su juventud en diferentes grupos de investigación. Con casi 30 años luchando contra las mafias y el narcotráfico, en diciembre de 2015 fue nombrado comisario de Marbella.
Es el más longevo de la última década en una plaza que vio en pocos años pasar hasta ocho personas por este puesto. «Al que me suceda le pediría que viniera con disposición de quedarse tiempo», desea antes de su adiós, que será efectivo este domingo 13 de noviembre.
El lunes ya estará dado de baja de todos los sistemas, pero su legado quedará en el recuerdo de un cuerpo que le ha visto luchar contra el crimen sin descanso desde su primer destino en la Brigada Regional de la Policía Judicial de Santa Cruz de Tenerife en 1979. Un paso por las islas que recuerda con cariño.
«Hacíamos de todo», señala, mientras rememora el caso de dos chicas a las que se llevaron dos desalmados, las violaron y luego apuñalaron. Una murió y a la otra le dijeron que iban a matarla porque lo había visto, le dieron varias puñaladas y se hizo la muerta. «Eso la salvó. Nos dijo que en el asiento de un copiloto había una pegatina. Buscamos el coche y la pegatina. Lo encontramos y lo resolvimos», asegura.
La investigación metódica siempre ha sido una de sus pasiones dentro del cuerpo, tanto que por un botón de una chaqueta consiguieron esclarecer el asesinato de un compañero en un pub de Madrid. Era la época en la Brigada Regional de Policía Judicial de Madrid, su segundo destino, donde pasó por varios grupos entre 1982 y 1994. «Eran los años de la heroína. Era peligroso, cualquier toxicómano llevaba una pistola o una recortada», rememora de aquel tiempo en las oficinas de la Puerta de Sol, un pequeño despacho lleno de humo de los cigarrillos.
Lucha contra la mafia
En ese tiempo se curtió en robos, atracos y, por último, investigando homicidios. «Teníamos muy buenos niveles de resolución de casos», añade antes de recordar sus primeros contactos con el crimen organizado. Fue en 1994 cuando lo reclutaron para luchar contra la mafia italiana, que luego extendería a todos los grupos europeos. Ahí comenzaron sus visitas a la Costa del Sol, primero como agente, luego como jefe de grupo y después como inspector jefe. En ese tiempo conoció una malagueña, que marcaría su destino.
Por amor, cuando en 2005 le propusieron encabezar la sección del Grupo de Respuesta Especial contra el Crimen Organizado (Greco) en la Costa del Sol no se lo pensó. Se asentó la zona, donde luego se casó y tuvo una hija. Una vida familiar que compaginó con la lucha contra el narcotráfico.
Bajo su mando se desarrolló toda una metodología de investigación para el tráfico aéreo. «Cogimos muchas avionetas o helicópteros en aquella época», reseña, mientras recuerda rutas, accidentes aéreos o un compañero, ahora también comisario, disparando a las ruedas de una avioneta para que no despegara.
En su hoja de servicios de aquellas fechas no paran de aparecer incautaciones. Miles y miles de kilos de hachís y de cocaína decomisadas. Llegaron a hasta a seguir con helicópteros a una avioneta, para aterrizar con ella, detener a los ocupantes e incautar la carga.
Licenciado en Derecho, ocupó unos meses de la jefatura de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Costa del Sol en 2015, pero al final de ese año tomó posesión como comisario de Marbella. «Dirigir una comisaría es como una gran empresa. Cuando veo en las películas comisarios que investigan, pienso que de dónde sacan el tiempo», bromea Lamelas.
Siete años de comisario
Su llegada supuso estabilidad al mando de la Policía en una ciudad por la que los comisarios pasaban de largo. Se asentó y se involucró con la sociedad a la que le tocaba proteger. Es uno de los artífices de la videovigilancia en las calles, que es una de las culpables de la mejoría en la sensación de seguridad que hay en Marbella en los últimos años.
Solicitó las cámaras, explicó el sistema a los vecinos, emitió informes y trabajó con el Ayuntamiento para que fuera una realidad. «Es una buena herramienta, sobre todo de cara a tener pruebas en el juzgado», afirma el comisario, a quien era habitual verlo a la hora que fuera sobre el terreno cuando había algún suceso grave en la ciudad. «Igual que iba a un ajuste de cuentas lo hacía cuando reventaban un cajero, era para aprender conocimientos que se me escapaban. Luego no llevaba las investigaciones, eso lo hacen los grupos especializados», apunta.
Como comisario luchó contra una guerra de narcos desatada en 2018 en la que las calles de Marbella vieron varios ajustes de cuentas, sólo queda uno por resolver de aquella fecha. «El grupo que se creó hizo muy buen trabajo. Ahora está todo muy tranquilo», asevera quién sabe que se marcha con el deber cumplido.
En su agenda ahora sólo caben despedidas y celebraciones de personas que le rinden homenaje con cariño por su buena hoja de servicios, esa por la que ha tenido una extensa lista de condecoraciones por sus méritos policiales.
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