Mafias
La Costa del Sol empieza a juzgar sus 'años de plomo'
Enfoque
Entre 2018 y 2020 la guerra entre narcos por los robos de droga dejó un reguero de cadáveres en ajuste de cuentas en las calles, donde hasta se pusieron bombas
La Audiencia de Málaga ya ha celebrado dos juicio por asesinatos en estos años oscuros del crimen organizado
La Policía Nacional creó un grupo especializado en 2019 para resolver este tipo de asesinatos
J.J. Madueño
Málaga
Sentado en el banquillo, el tribunal preguntó al acusado si había matado a un hombre a la salida de la comunión de su hijo en mayo de 2018. El interpelado respondió que «sí» y matizó que por «una fuerte discusión». El ... mismo, al que el fiscal Antidroga cataloga de «asesino por encargo», escuchó paciente la narración de hecho de un segundo asesinato, el de un narco ceutí en Estepona en agosto de ese mismo año. Al acabar el relato, este acusado sentenció: «sí, correcto». La traducción del sueco de la intérprete se oyó en toda la sala de la Audiencia de Málaga, ante cuyo jurado popular, el nórdico de origen magrebí añadió que lo hizo por «graves desavenencias personales». Sin más.
Ese asesino confeso, que vestido de negro y con un casco integral, disparó cinco veces a la víctima delante de su familia y amigos, con su hijo menor vestido de comunión, será uno de los primeros condenados por estos años de plomo en el litoral de Málaga. El mismo acusado que, tras cumplir el periodo máximo de prisión preventiva, espera a que haya una sentencia para volver a prisión. Está en libertad con otro de los acusados, pese a reconocer haber matado a dos personas.
Después de esa confesión, otros siete acusados reconocieron haber planeado los asesinatos y haberle dado cobertura al tirador. Es la confesión de un grupo de asesinos que aterrorizaron la Costa del Sol y esperan sentencia en el juicio por el doble homicidio. El primero de los casos sirvió de punto de inflexión en la lucha contra la guerra de narcos en la Costa del Sol. Aquel asesinato a la salida de la comunión puso el foco en los ajustes de cuentas que regaron las calles de sangre entre 2018 y 2020, sobre todo en Marbella.
No fue el primero. Ese mismo año, un cabrero había muerto en Manilva en un cortijo de una paliza cuando un grupo de traficantes buscaban un cargamento perdido. No pasó mucho tiempo cuando otro hombre apareció acuchillado en su coche en Las Castañetas, un barrio apartado de Málaga capital. Había ido al médico y luego desaparecido, lo siguiente que se halló fue el coche con el hombre asesinado. La Policía apuntó a un ajuste de cuentas. Luego apareció el cadáver de un croata junto al hospital de Marbella, la revelación la hizo su supuesta pareja, que pidió ayuda y dijo que habían sido secuestrados.
Luego vinieron los dos asesinatos de la banda sueca. Primero el de la comunión y luego el del ceutí a la salida de su garaje, cuando el «sicario» lo esperó para matarlo de nueve disparos y huir en una bicicleta. Dos suecos fueron secuestrados en Mijas a final de verano. Uno de ellos murió por las torturas recibidas en la urbanización Puebla Tranquila.
Tras esto, otro de los hechos puso el grito de la sociedad en el cielo. En el centro de Estepona, un grupo asaltó a un joven y se lo llevó a la fuerza. Al día siguiente apareció con un tiro en la cabeza en Algeciras. La Policía reveló que tenía antecedentes por narcotráfico y que lo vinculaba a los robos de droga.
No pasó mucho tiempo cuando en holandés fue acribillado en un restaurante de sushi del paseo marítimo de Torremolinos. Poco antes de que un francés, al que se relacionó con la mafia marsellesa, fuera fusilado con una AK-47 en Marbella en su garaje.
Un año en el que la Guardia Civil detuvo a la «patrulla de la muerte» sueca cuando había llegado para hacer ajuste de cuentas o a un narco lo abandonaron en el hospital con la 'sonrisa del joker' dibujada en su cara. El 2018 fue el año más sangriento, hasta hubo atentados. A un empresario le pusieron bombas en su casa de Benahavís y en su negocio de lavado de coches en Marbella. Y a un holandés experto en explosivos lo detuvieron por dejar una bomba con dinamita industrial en una mochila en Marbella.
Había una guerra abierta entre organizaciones. La Policía Nacional hasta tuvo que crear un grupo especializado para luchar contra este tipo de asesinatos. Su primer caso fue un empresario de la noche que murió acribillado al llegar a su casa. Luego apareció un cadáver con una decena de disparos junto a una depuradora en Málaga capital y un búlgaro fue asesinado en Istán.
Ese fue el primer juicio de estos años oscuros. Los asesinos fueron detenidos gracias a que el grupo II de Crimen Organizado de la Costa del Sol halló un casquillo a un kilómetro del lugar del asesinato. Hubo otro homicidio en Cabopino, en un parking junto a un restaurante italiano, y un camionero apareció acribillado en el Peñón del Cura en Mijas, arrojado desde la carretera al mar. Ambos están sin resolver. Es de los pocos de quedan. Lo normal es que los asesinos acaben en prisión.
Se han resuelto intentos de asesinatos en Estepona y otro en Marbella durante un vuelco de droga, ambos saldados con heridos graves que se negaron hablar con la Policía. Cuando los agentes de ajustes de cuentas llegaban a preguntar a las víctimas o familiares el silencio siempre era la respuesta. Sólo uno en una ocasión les llegó a decir si ellos eran «los que estaban limpiando la costa». Había presión policial, pero en Mijas un inglés murió ese año tiroteado cuando volvía del gimnasio. Lo asaltaron en la puerta de su casa, al bajarse de un Audi RS8. Los asesinos también fueros arrestados.
Mientras los sicarios iban siendo detenidos, más de una veintena, y los juzgados se afanaban en instrucciones complejas, que están saliendo hasta cuatro años después, en 2020 bajó la sangría. Un serbio fue matado en plena calle en Marbella cuando regresaba de comprar comida para llevar, otro fue tiroteado en su refugio de Estepona y otro más acabó en el hospital con las piernas agujereadas por las balas. El covid paró las muertes. La costa comenzó, además, a tener fama de no ser un lugar seguro para cobrar cuitas con sangre.
Los agentes del grupo II de Crimen Organizado vieron como las venganzas a los asesinatos de esos años se hacían fuera de la Costa del Sol. Fue el caso de un ajuste de cuentas en Turquía. La víctima vivía en Marbella con su familia, pero sus rivales esperaron para vengarse a que se fuera de vacaciones.
Eran crímenes complejos, que requerían de una metodología especial y una minuciosidad en la investigación que rozaba la obsesión. Hasta los jueces han reconocido en los autos judiciales «la impecable actuación policial» llevada a cabo contra los sicarios y las detalladas diligencias presentadas.
Así, los crímenes que históricamente no se resolvían en la Costa del Sol, ahora llegan a los juzgados y los sicarios, como en el último juicio que se está llevando a cabo en la Audiencia Provincial de Málaga hasta confiesan para evitar ser condenados a prisión permanente revisable, que es la pena que pidió para ellos la Fiscalía.
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