REPORTAJE
La brigada andaluza que descifra los secretos del fuego
Las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales son una decena de agentes de Medio Ambiente en cada provincia de Andalucía, que rastrean las cenizas cada vez que hay un incendio para poder revelar su origen
Antequera
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Iniciar sesiónEn un paraje, junto a la Peña de los Enamorados de Antequera, Eleuterio Tapia se agacha y pasa su dedo pulgar por uno de los tallos quemados que hay en el suelo. «El fuego hace un corte característico en las gramíneas, dependiendo de para dónde ... esté perfilado sabes por dónde le llegó el fuego. Ese bisel te dice la dirección del mismo», asegura Tapia, que con su compañero Juan Carlos Moreno pisan cenizas y tierra quemada descifrando los secretos del origen de los incendios.
Son dos de los agentes de Medio Ambiente adscritos a la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) que con el Plan Infoca llevan a cabo los informes técnicos que determinan cómo se producen los fuegos. Un documento clave para que luego el Seprona de la Guardia Civil cierre los atestados de investigación que se entregan en los juzgados.
En cada provincia de Andalucía hay una BIIF, que en el caso de Málaga tiene una decena de efectivos, que se mueven por parejas por los fuegos. La brigada de Málaga lleva este año a sus espaldas 98 incendios. «De esos, 14 han sido provocados, siete por una misma persona en Teba. Este año lo que estamos viendo son muchos coches ardiendo», apunta Moreno.
Una vez que se declara un fuego, estos agentes de Medio Ambiente se enfundan la casaca amarilla y acuden al punto donde se detectó la primera llama. Lo primero que hacen es buscar el área de inicio del fuego. Una vez hallada y delimitada sacan una pequeña estación meteorológica para medir la temperatura, la humedad y la dirección del viento. «En lugares como este de Antequera, donde ha prendido una colilla, funciona la regla del 30, que dice que más de 30 grados, 30 kilómetros por hora de viento y menos de 30% de humedad, es propicio para el fuego», señala Tapia.
Una vez determinadas las condiciones meteorológicas, la orografía y el tipo de vegetación, comienzan a buscar indicios que les puedan decir la dirección de propagación del fuego, como los tallos seccionados, las zonas quemadas de una piedra o la corteza de un pino. «En los árboles el fuego hace un 'efecto abrazo'. Es como si la llama, al llegar, abrazara el tronco y quemara por la parte de atrás», remarca Tapia, que es el coordinador de la brigada y que explica que se va marcando la dirección del fuego con una banderitas rojas.
Así, los agentes van acotando el fuego, hasta llegar al punto de origen. Leyendo cada centímetro de campo, atentos a los puntos de basura, a la orografía del terreno o a las cenizas. «Si hay ceniza blanca es que el fuego hay ha sido resistente y ha estado parado tiempo», añade Moreno, que sigue pateando buscando el lugar de inicio del fuego en Antequera, mientras deja banderas blancas en los indicios que pueden determinar claves del origen del incendio.
Todo se va fotografiando, como hace la Policía Científica en una escena de un crimen, para tener evidencia de todo lo que se encuentra. «En los incendios pequeños el problema es que los efectivos de extinción pisotean todo y hay veces que es imposible determinar el punto de inicio y las causas», añade Moreno.
Poco a poco, los dos agentes de la BIIF van marcando y leyendo cada milímetro de terreno hasta un punto cerca de la carretera, donde hay una colilla como punta de un embudo. Ahí es donde ponen la banderita cuadrada. Esa colilla provocó el fuego. «Suelen tener la ceniza del tabaco marcando el inicio», afirma Moreno.
«Por la distancia la ha arrojado el copiloto de un coche y con las condiciones que había climatológicas prendió», añade Eleuterio Tapia, quien dice que cuando la superficie de origen es pequeña llegan incluso a balizar el lugar para hacer una cuadrícula en la que rastrear cada palmo hasta que dan con el origen de lo que ha podido provocar la primera chispa.
En su mochila llevan también un detector de metales, para los incendios que se provocan por la acción de herramientas. «Cuando lo acercas a un lugar con metal vibra, entonces pasamos un imán con un guante para poder recabar la virutas que deja el metal, como con los cortes de un radial, que provocan fuegos por las chispas que sueltan», apunta Tapia.
En más de 20 años de servicio en estas labores han visto todo tipo de incendios. «Muchos son provocados. Algunas veces logramos interceptar artefactos como un manojo de cerillas, que se lanza desde la ventana de un coche y prende. Hubo un caso en el que lanzaron hasta 15 para provocar incendios. Otros han cogido un puro y le han pinchado cerillas, conforme de consume el tabaco salta la cerilla y quema. Hemos visto muchos», señala Juan Carlos Moreno.
No solo recaban pruebas técnicas, también interrogan a los posibles testigos hasta dar con el pirómano. «En ese casos avisamos al Seprona para que sean ellos quien lo detiene. No tenemos medios para el arresto, aunque podemos hacerlo», añade Tapia, que dice que otros incendios no son provocados, sino que se producen por negligencias, como cuando la cosecha no es buena y las máquinas apuran bajando las cuchillas para la siega y golpean las piedras, saltan chispas, que prenden el pasto y se produce el incendio.
Tienen caso de todo tipo, como el último incendio en la sierra de Mijas y de Alhaurín el Grande, que aseguran que lo provocaron unos adolescentes que subieron a jugar con un mechero con las bicicletas al monte. «Aquí en Antequera estuvimos en uno que fue provocado por uno chavales que, tras el fin de curso, fueron al campo a quemar los libros del colegio. Estaban allí los libros quemados», recuerda Tapia.
En la maleta de pruebas hay manojos de cerillas, mecheros o colillas, pero recuerdan casos como los rituales satánicos en la montaña, donde dejan que se consuman las velas, o la vez que la causa del incendio fueron unas bragas quemadas en una noche de luna llena para un ritual. Investigaciones que tiene el objetivo de evitar que ese motivo se vuelva a producir en otro fuego, aunque no siempre se consigue y el campo sigue ardiendo.
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