El bosque de cobre de Málaga se queda sin castañas: «La sequía nos ha masacrado»
La producción se ha desplomado un 80% y muchas familias han renunciado a recolectar sus explotaciones
Pablo Marinetto
Málaga
Estamos a mediados de octubre y la cooperativa de castañas de Genalguacil debería estar a pleno rendimiento. Desde hace generaciones, familias enteras de este pequeño pueblo del valle malagueño del Genal se han afanado en el arranque del otoño en recolectar el fruto ... de los árboles que durante años han ido creciendo conforme el oficio pasaba de manos. Padres que cedían los guantes a sus hijos en una labor más satisfactoria por lo que simboliza para el legado familiar que por el dinero que deja en sus bolsillos.
Hoy esa herencia se asoma al mismo precipicio que otras muchas explotaciones agrícolas de Andalucía. El de una sequía que, o bien deja yermos los campos, o bien tiene asfixiados a los agricultores con cosechas escasas y poco rentables. «El clima nos está masacrando», confiesa a ABC Salvador Sánchez. Preside una de las tres cooperativas que existen en la comarca dedicadas a la recolección de castañas y se han visto obligados a echar el cierre esta temporada.
Según el castañero, el estrés hídrico que viene padeciendo la arboleda año tras año ha dejado este 2023 una producción residual que hace «imposible» encontrar un mínimo margen de rentabilidad. Además, las altas temperaturas de este verano, han supuesto la estocada final para unos castaños ya muy debilitados por la plaga de avispilla que viene afectando a la especie en la zona desde hace una década.
«Teníamos muchas esperanzas porque la plaga se ha combatido biológicamente y este año apenas había incidencia, pero las temperaturas de 45 grados de día y casi 30 de noche han sido nefastas», lamenta. Unas cien familias participan cada año de la actividad de esta cooperativa, que cuenta con 60 socios, en su mayoría vecinos con terrenos de no más de una hectárea.
Los puestos de trabajo que genera se cuentan con los dedos de una mano. Un par de operarios en la nave y algún que otro peón a los que se les paga el jornal en las explotaciones más grandes. Tampoco los beneficios son boyantes y ni muchos menos dan para vivir todo el año a una familia. Sin embargo, en esta cooperativa han llegado a recoger hasta 350.000 kilos de las preciadas castañas, vendidas a precio de oro en los supermercados a unos consumidores ajenos a la tradición y el arraigo cultural que esconde su recolección.
«La gente de pueblo somos así. Nos duele el patrimonio que nos dejan nuestros padres, aunque sea costoso de mantener y, a veces, imposible», explica Salvador Sánchez. A pesar de eso, confiesa que ya hay algún socio que ya se está planteando abandonar la cooperativa porque no le es rentable y porque tampoco tienen esperanzas de recibir ayudas de la administración.
En el conjunto del Valle del Genal y según datos de Asaja Málaga, la falta de precipitaciones ha provocado la pérdida del 80% de la producción de castañas rubias y tempranas, salvándose únicamente los frutos de una variedad portuguesa que al madurar antes se ha visto menos perjudicada por la sequía.
A la pérdida de la cosecha, se suma el desembolso que inevitablemente tendrán que hacer los castañeros en la limpieza y adecuación de la arboleda de cara a próximas campañas. No sólo para obtener frutos, sino también por motivos ambientales. «Estos árboles dan sustento a la fauna del valle y además atraen al turismo», explica Sánchez, «a la gente le gusta ver el bosque de ocre, cuando ya el castaño se pone de color marrón y caen las hojas es un espectáculo que mueve gente hacia los pueblos y atrae otro tipo de recursos».
Además de Genalguacil, los municipios de Igualeja, Jubrique, Pujerra, Parauta o Cartajima presumen de este patrimonio natural que muestra entre octubre y noviembre su mejor cara al teñir de color rojizo el paisaje. Un fenómeno que también se ha adelantado debido al sequía. «Estamos prácticamente en el inicio de la campaña y sin embargo la sensación cuando miras los castaños es la de estar a finales del otoño».
El Valle del Genal, junto con la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, concentra la mayor masa forestal de castaños en Andalucía, tal y como recuerda el presidente de la cooperativa, quien destacada, además, la importancia de hacer perdurar la arboleda de castaños para evitar desastres como el devastador incendio que asoló los pinares de la vecina Sierra Bermeja. No sólo porque el fuego avanza con menor virulencia cuando el bosque es menos homogéneo, sino porque al tratarse de árboles frutales, los propios agricultores mantienen limpias y cuidadas las explotaciones.
«Es un vínculo no sólo económico; la gente debe conocer la dedicación y amor al árbol que tenemos aquí. Un pedazo de naturaleza que hemos heredado y que duele ver cómo se muere», reconoce el presidente de la cooperativa.
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