Audrey Hepburn veraneaba en Andalucía: así era su casa en Marbella
El Marbella Club incorpora la mítica finca de los von Bismarck, refugio de estrellas como Hepburn, y crea un oasis botánico de 100.000 metros cuadrados
Málaga
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Iniciar sesiónLa imagen de Audrey Hepburn paseando por Marbella parece sacada de una película, pero fue parte de la realidad que, desde mediados del siglo pasado, convirtió a esta ciudad en el epicentro del glamour internacional. Estrellas de Hollywood, aristócratas europeos y grandes fortunas encontraron ... en la localidad malagueña el lugar perfecto para mezclar lujo, discreción y un entorno natural único. Uno de esos enclaves fue la finca de la familia von Bismarck, colindante al Marbella Club, donde la actriz compartió veranos con otros rostros conocidos como James Stewart, Brigitte Bardot o Sean Connery.
La actriz, junto a su entonces marido, conoció el enclave de la mano del príncipe Alfonso de Hohenlohe, propietario del célebre Marbella Club Hotel. Por entonces, Marbella contaba con calles empedradas, casas encaladas y muy pocos hoteles. Burros trasladaban maletas, y los chiringuitos ofrecían pescaíto frito o espetos de sardinas en cañas. Lo que décadas después sería la Milla de Oro era tan solo una carretera bordeada de pinos y grandes villas mediterráneas, donde la tranquilidad y la elegancia discreta eran los auténticos valores.
En aquella Marbella que ya no existe, Hepburn y su esposo levantaron una casa con vistas al mar, un amplio salón con chimenea, un porche orientado a la brisa de la tarde y un jardín de pinos que descendía casi hasta la orilla. La finca se mantiene en pie, y ha sido adquirida por Marbella Hotel Club.
Así lo ha recordado recientemente la revista National Geographic, que ha dedicado un reportaje a la transformación de la antigua Finca Ana María, nombre con el que fue bautizada en honor a la princesa Ann-Mari, matriarca de la saga alemana. El terreno, que permanecía cerrado al público desde los años sesenta, ha pasado a formar parte del Marbella Club, duplicando la superficie del histórico hotel hasta alcanzar los 100.000 metros cuadrados.
La operación no ha tenido como objetivo construir nuevas habitaciones ni aumentar el número de huéspedes, sino reforzar la experiencia de lujo vinculada al entorno natural. Para ello, las edificaciones originales se han mantenido, sometidas únicamente a reformas imprescindibles para su conservación y adecuación a nuevos usos.
Uno de los espacios más singulares es la piscina reservada solo para adultos, decorada con azulejos andaluces pintados a mano y rodeada de jazmines que evocan la esencia mediterránea. No faltan influencias de la Costa Azul ni de la costa Amalfitana, en un ambiente que mezcla sofisticación y naturaleza.
En la antigua Casa de las Flores, residencia de invitados de los von Bismarck, se ha instalado el Gabinete de las Curiosidades, donde se documenta la biodiversidad de la zona con la colaboración de la institución Deyrolle, especializada en conservación y taxidermia. Allí se exhiben especies marinas, terrestres y aéreas propias de la región, integrando ciencia y arte en una propuesta museística singular.
El proyecto cuenta, además, con la visión del príncipe Louis Albert de Broglie, apodado el Príncipe Jardinero, responsable del diseño paisajístico que da vida a una decena de jardines temáticos. Entre ellos, el Kitchen Garden, con más de 300 variedades de frutas, verduras y hierbas aromáticas, y el conservatorio de tomates, donde se cultivan más de 100 tipos distintos. Todo lo producido en estos huertos y jardines abastece las cocinas de los siete restaurantes del Marbella Club, consolidando la apuesta del hotel por una gastronomía de kilómetro cero.
El Grill, con más de 70 años de historia, sigue siendo el restaurante más icónico del complejo, célebre por su soufflé de queso y su tartar de atún de almadraba. Junto a él, El Patio o el Mc Beach completan una oferta culinaria que va desde la alta cocina hasta propuestas más informales, siempre marcadas por el sello de excelencia que ha convertido al Marbella Club en un lugar de culto para quienes buscan lujo y privacidad.
Aunque Audrey Hepburn ya no pasea por los jardines del resort, su espíritu y el de toda aquella época dorada siguen impregnando cada rincón. Finca Ana María, convertida ahora en un espacio botánico abierto a nuevas experiencias, es el último capítulo de esa historia de glamour que empezó con un picnic improvisado bajo un pino y un príncipe alemán enamorado de la brisa del Mediterráneo.
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