Julio, portero del ACD Sierra de Yeguas alevín tuvo un lance con un contrario durante un partido. El árbitro ordenó seguir tras la jugada, pero niño le dijo al árbitro que no. Reconoció que había hecho penalti al jugador contrario. El partido iba cero ... a cero, pero el portero decidió que era más importante el juego limpio que el resultado. El árbitro, Ángel Andrés Jiménez, felicitó a Julio y le agradeció su ayuda en favor de la deportividad.
No quedó ahí la cosa. En el descanso, el colegiado se dirigió a los padres del menor y a su entrenador para contarles lo sucedido en señal de reconocimiento. «Ambos estaban muy orgullosos de Julio. Yo también», recuerda el árbitro en su cuenta de Twitter, donde narra que no fue la única ocasión en la ocurrió algo similar.
En la segunda parte, Francisco Javier, del Antequera Club de Fútbol hizo algo parecido. El partido iba uno a uno, cuando en una jugada embarullada al borde de su propia área, miró al árbitro y admitió haber hecho falta a un rival. «También lo felicité y agradecí, por supuesto», reconoce el colegiado, que lamenta que cuando acabó el partido y no pudo hablar con sus padres ni hacerse foto con el jugador, pero que sí pudo hablar con su entrenador, que también estaba contento y orgulloso.
Estas acciones no son fruto de la casualidad, sino de una labor de concienciación sobre el juego limpio que el árbitro lleva a cabo antes de cada partido. Antes de que comenzara el torneo, Ángel Andrés Jiménez, compartió, como hace siempre, con todos los jugadores, técnicos y aficionados una breve charla sobre los valores que deben imperar en el deporte.
«El comportamiento de todos fue magnífico, con VAR de la afición (Ver, Animar y Respetar) y muchos casos de VAR de la honestidad», asevera el árbitro, que reseña en su cuenta de redes sociales que espera seguir disfrutando mucho tiempo del fútbol educativo y del arbitraje. «Qué bonito es vivir días como el de ayer. Gracias a todos», reconoce para cerrar su relato de lo vivido en un torneo alevín en el que jugaron dos equipos de Antequera, otro de Sierra de Yegüas y uno más de Benamejí.
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