Alberto Nardi lleva a Marbella la historia viva de la joyería veneciana
La casa Gómez & Molina expone más de un centenar de piezas únicas, entre ellas los célebres Moretti; la inauguración contó con la presencia del director de la firma italiana
La nueva cara de un gran clásico de Marbella que vuelve a brillar
Málaga
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Iniciar sesiónLa boutique Gómez & Molina abre sus vitrinas hasta el 17 de agosto para mostrar, por primera vez en España, la obra íntegra de la firma veneciana Nardi. El responsable de que la artesanía italiana aterrice en la Costa del Sol es Alberto Nardi, tercera ... generación de una saga que lleva más de un siglo recreando la esencia de Venecia en gemas y metales nobles. «Cada pieza es única, hecha a mano en nuestros talleres», ha subrayado el joyero, gemólogo y docente universitario, que ejerce además la vicepresidencia de Save Venice, la entidad cultural estadounidense dedicada a la conservación del patrimonio de la Serenísima.
Con la exposición de Nardi, Gómez & Molina, referente del lujo en Marbella desde hace cuatro décadas, inicia un ciclo especializado en la historia de la joyería contemporánea. Miguel Gómez, director creativo de la casa anfitriona, explica que la idea germinó hace dos años, cuando preparaba una tesis para el Instituto Gemológico Español y contactó con Nardi para profundizar en la trayectoria de la firma. De aquella conversación académica surgió una relación personal: «Llevamos dos años afinando esta muestra; Alberto está solicitado en todo el mundo y ha elegido Marbella», ha destacado Gómez.
La vinculación de Nardi con España no es nueva: hace quince años la firma abrió un showroom privado en la madrileña calle Alfonso XII; sin embargo, afirma que es realmente su primera vez organizando una exposición conjunta con otra casa española, ha recalcado el maestro, convencido de que el escaparate marbellí «reafirma el interés del mercado nacional por la alta artesanía».
Cien piezas, un siglo de legado
El público podrá contemplar más de cien creaciones seleccionadas como «la crème de la crème» del archivo familiar. No faltan los famosos Moretti, broches, pendientes y anillos que reproducen cabezas con turbante talladas en ébano o piedras preciosas, ni las piezas históricas diseñadas para clientas como Grace Kelly, Elizabeth Taylor o Ingrid Bergman.
Entre los encargos más emblemáticos de la casa Nardi figuran las piezas diseñadas para la Familia Real española: colgantes de inspiración veneciana que Alberto Nardi ha confeccionado en oro y platino, engastados con diamantes y piedras de color cuidadosamente seleccionadas para realzar los escudos y símbolos borbónicos. El joyero ha recordado que estos trabajos, realizados «en series limitadísimas de menos de diez unidades al año», fueron concebidos como obsequios personales para diversos miembros de la Corona , entre ellos a la Infanta Elena, y llevan grabada la numeración interna que certifica su exclusividad y origen veneciano.
Aunque la clientela de Nardi se reparte entre Europa, Estados Unidos y los países árabes, todas las piezas preservan la estética de la laguna. «Venecia fue puerta entre Oriente y Occidente; ese diálogo se refleja en el orientalismo de nuestros 'Moretti' o en la ornamentación vegetal que recorre muchos broches», ha precisado el orfebre, que confiesa su predilección por las piedras de color. Desde su boutique de la plaza de San Marcos, el maestro recorre subastas internacionales para recomprar ejemplares antiguos y mantener «la memoria histórica» de la casa.
Imperfección, emoción y artesanía
En conversación con este diario, Nardi reivindica la belleza de la huella humana frente a la producción industrial: «Hoy todo es perfecto y aburrido. Una pieza hecha a mano muestra pequeñas variaciones que la convierten en irrepetible». Para ilustrarlo, exhibe un león alado, símbolo de San Marcos, cincelado en oro amarillo y plata, con diamantes marrones y blancos: «Cada surco está modelado con buril; no hay dos iguales». El director de Gómez & Molina coincide: «Cuando un cliente compra una joya como ésta adquiere historia, emoción y el nombre del creador, igual que ocurre con Cartier o Tiffany».
La colección podrá visitarse todos los días, de 11.00 a 20.00 horas, en horario ininterrumpido. Nardi defiende la venta presencial: «Una joya única no se compra online. Hay que sentir su peso, observar los matices de la talla y sentir esa conexión emocional que te incita a adquirir esta obra de arte». Quien desee adquirir alguna pieza deberá desplazarse a Marbella o, en su defecto, a los establecimientos de la firma en Nueva York y Venecia. «Nos dirigimos a un público con sensibilidad cultural, que busca lo diferente y valora la experiencia», ha afirmado el artesano.
La liturgia del proceso creativo
Entre los bocetos que Nardi ha traído en su inseparable cuaderno figura el diseño de un collar con un rubí central y cascada de diamantes, proyecto todavía «en evolución». El diseñador comparte las etapas: desde la primera acuarela al prototipo en cera, pasando por la búsqueda de la piedra perfecta. «Mostrar estos pasos ayuda a comprender la artesanía, no solo son joyas preciosas, hay una historia que hace a cada pieza de colección única«, ha indicado.
Mirando al mañana, Nardi quiere «transmitir la pasión a la próxima generación». El año pasado acogió pasantes universitarios durante dos meses y planea repetir la iniciativa. «Ser joyero exige cultura, conocimiento gemológico y la humildad de aprender del cliente, juez último de nuestro trabajo». Su otro desafío es «defender el nivel alto» del comercio veneciano frente al turismo masivo: «En Venecia, cada habitante corresponde a 600 visitantes; debemos preservar la excelencia».
Además de empresario, Nardi ejerce como vicepresidente de Save Venice, organización que canaliza fondos estadounidenses para restaurar iglesias, palacios y obras pictóricas de la ciudad. «Conservar el arte veneciano es proteger la identidad que inspira nuestras colecciones», ha recordado.
La exposición, gratuita y abierta, invita a residentes y visitantes a descubrir un universo donde la imperfección artesanal se convierte en lujo y donde cada broche narra la historia de un puerto que unió continentes. En palabras de Nardi, «una joya debe tener un valor sentimental, un aura de talismán que trascienda los quilates». Quien se acerque estos días a la calle que alberga Gómez & Molina no sólo contemplará gemas centenarias: asistirá a una lección magistral sobre cómo transformar la tradición en arte contemporáneo.
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