Javier Alonso: «Espadas sólo quería renunciar si la candidata para dirigir el PSOE andaluz era María Jesús Montero»
El ruido interno y la urgencia de llegar a un consenso que evite la confrontación han precipitado el acuerdo para el relevo de la secretaría general en Andalucía
Sevilla
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Iniciar sesiónEl PSOE ha puesto fin a la etapa de Juan Espadas como secretario general en Andalucía que arrancó en mayo de 2021 cuando venció en las primarias a Susana Díaz. No tendrá, como él quería, una segunda oportunidad de medirse a Juanma Moreno. Finalmente, será ... María Jesús Montero quien lleve las riendas del partido en la recta final de la legislatura y quien afronte el complejo envite de arrebatarle la mayoría absoluta al PP en 2026.
Pero esta no era la hoja de ruta que tenía escrita el PSOE para Andalucía y menos aún Juan Espadas cuando queda poco más de un año de que se llegue a las urnas y se abra el nuevo ciclo electoral.
¿Qué ha ocurrido para que el PSOE andaluz llegue hasta este punto?
En primer lugar, hay que aclarar que el caso andaluz no se parece en nada al de Castilla y León o Madrid. Espadas no se ha distanciado en ningún momento de Ferraz ni la dirección andaluza ha sido un problema para Pedro Sánchez. Todo lo contrario. Se ha convertido en el principal aliado de la Ejecutiva incluso ante las decisiones más difíciles como la amnistía o la financiación singular catalana.
No se trata, por tanto, de un castigo a Espadas, ni siquiera del resultado de un malestar de Pedro Sánchez con él. La explicación de lo ocurrido va en otra línea. Cualquier liderazgo de un partido en la oposición está por norma cuestionado y sujeto a una permanente revisión. Y así ha ocurrido en el caso de Juan Espadas, sobre todo, porque se iban acumulando los malos resultados en una comunidad clave para la federación socialista.
A partir de ahí, durante meses Ferraz exploró distintas alternativas. Pero la realidad es que todas, una a una, eran descartadas porque todos los análisis concluían que no ofrecían mejores expectativas electorales que el propio Juan Espadas ni generaban más consenso que él.
También se analizó la posibilidad de María Jesús Montero. Pero estaba llamada a ocupar en esta legislatura un papel relevante en el Gobierno, no tenía voluntad de afrontar ahora mismo el desafío de Andalucía y, además, siempre ha habido dudas en torno a cómo el Gobierno andaluz y el PP podrían aprovechar su trayectoria política para armar un discurso contra ella. Fue, por ejemplo, consejera de Salud y ha firmado acuerdos como la financiación singular catalana. Su momento llegaría pero no estaba claro que fuera ya. Aunque quizá sí más adelante en función de la estabilidad del Gobierno y de las fechas de las convocatorias electorales.
Por eso, la opción de Juan Espadas no sólo se mantenía viva, sino que se intentó reforzar con su nombramiento como portavoz en el Senado, con la reestructuración de su Ejecutiva o con la elección de Sevilla como sede del Congreso Federal del PSOE.
Pero el ruido interno fue creciendo en las últimas semanas. Y el PSOE andaluz empezó a ser un problema para Ferraz. Por un lado, porque los movimientos críticos podían suponer un refuerzo del sector más próximo a Susana Díaz. Por otro lado, porque se empezaban a generar diferencias internas en todas las provincias lo que preocupaba a los líderes territoriales que pedían una solución de consenso. Y, por último, porque cada vez más voces autorizadas pedían que se hiciese un movimiento en Andalucía ante el riesgo de otro mal resultado electoral en 2026.
Juan Espadas no estaba al margen de esta realidad. Era consciente de que su posición estaba cada vez más debilitada. Pero, como él mismo ha subrayado en su comparecencia de despedida, siempre tuvo claro que sólo había un escenario que podía conllevar su renuncia a participar en unas elecciones primarias: un cambio en la posición sobre María Jesús Montero.
Todas las demás opciones, como la de Juan Francisco Serrano, no le iban a alejar de aspirar a la secretaría general del PSOE andaluz con posibilidades de vencer en el voto de la militancia.
Debía ser o María Jesús Montero o él.
Porque cualquier otra posibilidad, incluso con el aval de Ferraz, ni siquiera tenía garantizada unas primarias tranquilas sin otra candidatura alternativa.
En las últimas semanas se ha impuesto el silencio. O más bien la expectación. La decisión se ha armado en un círculo muy reducido en torno al presidente del Gobierno. Y también al propio Juan Espadas. Hasta que finalmente, 'in extremis' se formalizó el relevo con un modelo que ha aplicado Ferraz en distintas federaciones.
Y a partir de ahí se organizó la secuencia que ha comenzado con el paso a un lado de Juan Espadas y que continuará en las próximas horas con la formalización de la precandidatura de María Jesús Montero que será elegida sin apenas disputa en las primarias.
Ahora se abre otra etapa en la que no obstante, hay muchos interrogantes por resolver, como la conformación del Grupo Parlamentario, la Ejecutiva Regional o las competencias que mantenga la actual ministra de Hacienda en el Gobierno y en la Ejecutiva Federal.
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