El pueblo andaluz donde Rufián pasaba los veranos: «Nos abochorna»

Rufián dijo sentirse «orgulloso» de que sus abuelos «huyeran» de Andalucía. Algo que no ha sido acogido de la mejor manera en el pueblo que visitaba cada verano siendo joven. «Nosotros somos los que no estamos orgullosos de lo que dice. Es un bocazas. Su familia es gente maravillosa, pero él nos abochorna», asegura José María García, uno de los vecinos.

En el corrillo donde está García hay varios hombres, refugiados de la llovizna frente a la plaza del pueblo. Allí es mencionar a Rufián y salta el debate: «Sus abuelos no huyeron. Venían cada verano al pueblo. ¿Cómo iban a huir? Se fueron a buscarse la vida, como muchos otros. Sus padres, sus tíos y sus primos son gente maravillosa, humilde y trabajadora. Él es la oveja negra», añade Enrique Bermúdez.

Otros tienen palabras más gruesas, pero al final la idea es que hay incomprensión entre los 850 vecinos de este municipio de por qué dice esas cosas. «Está bien que quiera a Cataluña, pero para ser independentista no tienes que tirar por tierra a tu sangre. Aquí siempre se le ha recibido bien. No tiene que hablar así», añade Bermúdez.

También hay quien no le da importancia a sus palabras o quien no se ve agraviado por que dice. «Eso es porque gana mucho dinero diciendo esas 'cipotadas'. Si no fuera por eso no estaba ahí. Eso es todo política», resume el propietario del mesón, donde Rufián se juntaba con sus amigos del pueblo a tomar una cerveza. Este local abrió un año antes de la primera llegada de Rufián al pueblo por primera vez. Su propietario reseña como hay conocidos que viven en Cataluña y siguen yendo al municipio que no se hablan entre hermanos por culpa de la política.

Gabriel Rufián era uno más de los descendientes de emigrados que iban al pueblo en verano. Los más veteranos recuerdan que en el pueblo hubo un vecino que trabajaba en la SEAT en Cataluña y que tiró de mucha gente para allá para empleos en las fábricas. Jornaleros que, como los abuelos de Rufián, buscaron otro futuro. «Esas familias, cuando llegaba agosto, se venían todo el mes. En mi casa, que somos tres, había 15 personas», recuerda García.

La familia de Rufián era una más de ese aluvión de 'catalanes' La Bobadilla y 'andaluces' en los barrios de Barcelona. Bermúdez recuerda al político siendo un adolescente «arrimando mezcla», de vez en cuando en al casa de sus tíos. Hubo verano que echó una mano como sus primos, en la obra de una casa en la calle Alegría, donde luego se vendría a pasar parte de la familia que queda del político.

ABC ha contactado con el primo con el que se juntaba y salía. La persona que más trato tuvo con él, con quien convivió varios veranos, cogió aceitunas, se llama de forma cariñosa 'cousin' y salió a los pueblos de alrededor a las fiestas. «Prefiero permanecer en el anonimato», asegura este familiar.

Los entonces amigos del político explican que la familia no tiene contacto con Gabriel Rufián, que este primo, que es Guardia Civil, estuvo destinado en Barcelona durante los disturbios del 'procés' y que le escribió para verse, recibiendo como respuesta la noticia de un periódico en la que se retrataban sus veranos en La Bobadilla. Nada más. «Ni hola le dijo», señala el conocido de ambos.

En el pueblo queda alguna tia-abuela muy mayor y primos segundos, No hay familiares directos. En verano recuerdan a una prima hermana con su hija, que llega aún para pasar el verano desde Cataluña. «Ellas no se meten en nada. Si es que son buena familia. Son gente buena», añade José María García.

«Ese primo era con el que más trato tenía, pero creo que ya no tiene contacto», afirman amigos con los que ambos se juntaban en el pueblo, que lo recuerdan como 'Juanga', ya que el político se llama en realidad Juan Gabriel. Uno de los miembros de ese grupo era el alcalde, Manuel La Torre, que incide en que hace ya muchos años que Rufián no visita el pueblo, pero que sí recuerda como iban a la piscina o jugaban al fútbol sala. «No se iba a ganar la vida con el fútbol», bromea el alcalde, que lo recuerda como seguidor del Espanyol de Barcelona.

Otros dicen que estuvo un tiempo yendo a Cazorla, porque «su pareja era de allí o algo». Pero todo coinciden en que no ha regresado, que aquellos tiempos de piscina, ligues de verano, mechas rubias y adolescencia en el pueblo de sus raíces acabaron cuando terminó su época universitaria. En el pueblo hacen cuentas y reseña no fueron mas de cuatro o cinco veranos, alguna Navidad y Semana Santa lo que Gabriel Rufián.

Aún así, en La Bobadilla, el político era conocido por todos por su familia, que era de tradición socialista con fuertes creencias de izquierdas labradas jornal a jornal en los olivares. Sin embargo, Rufián nunca habló de política, por lo menos en público. «No lo recuerdo. Se hablaba de las cosas que hablan la gente de 18 y 20 años, no de política; ni mucho menos de la cuestión territorial o de la independencia de Cataluña», asegura el alcalde.