Misterios de Andalucía: seres fantasmales de Jaén

Dos relatos sustentados por testigos narran muestras de lo imposible en la provincia

José Manuel García Bautista

Jaén

La escalofriante niña de Martos y su cementerio

En la localidad de Martos, a la falda de La Peña, y al noroeste, sobre terreno elevado, nos encontramos un camposanto, del siglo XIX. Los cipreses dan la bienvenida a su reino al visitante, paz, recogimiento, frialdad y una 'habitante' muy ... particular.

Los habitantes de Martos narran como en su cementerio se puede ver, por las noches, a una niña vestida de blanco que juega entre tumbas y lápidas. Se la encuentra en la zona antigua, tal vez porque sus restos descansan allí, y no faltan testigos que afirman haber conversado con ella.

Así, en cierta ocasión unos testigos vieron a una niña de blanco adentrarse en el cementerio, era ya tarde y pensaron que se perdería si no lo estaba ya. La llamaron pero desapareció de su vista. Igualmente otros testigos la han visto cantar viejas canciones y jugar a juegos antiguos, propios de la época en la que seguro vivió.

El terrible 'hombre sin rostro'

Nos trasladamos a la localidad de Alcaudete en la Sierra Sur de Jaén, allá nos vemos a encontrar con la presencia de una extraña aparición que llenó de inquietud y temor a los habitantes de la zona.

Al filo de la medianoche, las noches más oscuras, se podía ver la figura de un individuo que vestía traje oscuro y se cubría la cabeza con un sombrero de ala ancha negro, tenía un andar pausado, lento, parsimonioso.

Una mujer vio al extraño personaje y se escondió para verlo mejor, se dirigió a la fuente, se quitó el sombrero y se inclinó a beber agua, un rayo de luz le iluminó la cara y la mujer, espantada, comprobó como aquel ser no tenía rostro, bajo aquel sombrero de ala ancha no había nada.

La mujer lo contó a sus vecinos que decidieron hacer guardia a la espera del extraño personaje. Una noche lo vieron aparecer y mientras el «ser oscuro» se echaba agua en la cara se acercaron, aquel sujeto se volvió y, espantados, verificaron como aquel hombre «no tenía rostro», otros afirmaron que «echaba sangre a borbotones» y desapareció mientras emitió un grito inquietante dejando, tras de sí, un fuerte olor a azufre. Jamás se le volvió a ver por Alcaudete.

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