The Borderline Music: luchando desde Granada para que los discos no desaparezcan nunca
En tiempos de descargas y reproducciones, la empresa ofrece a los artistas la posibilidad de editar en cedé o vinilo, un formato físico que ahora se antoja romántico
«El disco debe ser todavía la tarjeta de presentación de una banda», sostiene la promotora, que también posee un estudio de grabación
Una fábrica de vinilos en Madrid produce al día cerca de 3.000 discos

Serán tiempos de reproducciones, de descargas y de visualizaciones, todo eso es seguro; pero aun así subsisten defensores del disco, ya sea en vinilo o en cedé, pero del formato físico. De que el disco ocupe un espacio, a ser posible en una estantería. ... De que luzca, como lo hacen los libros, que mantienen su vigencia pese a la competencia electrónica.
Al disco no sólo lo defienden outsiders o románticos empedernidos. «No vislumbro en el horizonte la muerte del álbum, ni remotamente», declara a la revista Ruta 66 Enrique Bunbury, que precisamente acaba de sacar uno. Más consagrados aún, The Rolling Stones lanzaron otro en 2023 y lo hicieron a la vieja usanza: primero el disco en la calle y luego los conciertos, para rodarlo. Y un tercer caso: Rigoberta Bandini se ha empeñado en que su segundo largo se pueda palpar, aunque para ello haya recurrido a la autoedición.
Pero es un hecho que las ventas han caído en picado. Aunque de vez en cuando salen noticias diciendo que los vinilos han remontado –y más recientemente, lo mismo pero de los cedés- habían bajado tantísimo que a un ligero repunte se le dio categoría de regreso. Son, como se ha dicho al principio, tiempos de reproducciones, descargas y visualizaciones. Y también, sobre todo desde principios del siglo XXI, de fraude y piratería. Pero ésa es otra historia.
Todo lo cual no significa que estrellas y músicos mucho más modestos se resistan a tirar la toalla. Su problema no es ése, sino cómo colocar en las tiendas –o llegado el caso, a sus amigos cuando los encuentren en los bares- esos discos que se han empeñado en grabar. Y ahí es donde entran en juego empresas como la granadina The Borderline Music.

Entre sus muchos servicios, ofrece la posibilidad de fabricar vinilos y cedés a demanda. «El formato físico debe ser la tarjeta de presentación de una banda», sostiene, convencido, Kiko Salinas, responsable junto a su hermano Juan Antonio de The Borderline Music que confiesa que se ilusiona cuando ve que algún joven se interesa por entrar en el mundo de la música acudiendo a los álbumes de toda la vida.
The Borderline Music nació en Granada en 2003 y se dedica a un montón de cosas relacionadas con la música, en especial a tareas de comunicación y promoción, pero el negocio ha ido adquiriendo con los años una «vocación de 360 grados», como lo define Kiko Salinas. O lo que es lo mismo: abarcar también la grabación, para lo que dispone de un estudio en la capital, y, desde 2011, a la fabricación y distribución de discos.
La fábrica no es suya, eso hay que aclararlo cuanto antes. En España sólo hay una y la mayoría se ubican en la República Checa, aunque también existen en Alemania. En España sólo hay una, pero ellos prefieren trabajar con las checas «porque ofrecen buena calidad industrial a un precio interesante», incide el empresario musical, que añade que el papel de The Borderline Music es fundamentalmente servir de intermediario entre el artista o el pequeño sello que quiere editar y la factoría que proporciona ese soporte.
El encargo mínimo, en el caso de los cedés, suele ser de 300 a 500 unidades, mientras que para los vinilos se pide un lote mínimo de 110 que luego, en función de la demanda, se va multiplicando por dos (220, 330 y así sucesivamente). Esos discos, cuando llegan a Granada, se distribuyen después a tiendas físicas, que a pesar de los pesares aún quedan, en otro servicio complementario de la empresa granadina.

En el caso de quienes acuden a The Borderline Music hay que distinguir entre los sellos modestos, de pequeña envergadura, que encuentran ahí un medio más potente, o si prefiere decirlo así un altavoz, para difundir su música, y también grupos que no tienen mayores pretensiones aparte de plastificar sus canciones, un poco como recuerdo.
En ese segundo caso se trata de una autoedición, pero el disco igualmente puede salir a la calle con su código de barras y el resto de los distintivos que, por ejemplo, permiten ser vendidos en una superficie comercial. Lo contrario lo tienen prohibido, como pasa con los libros, que legalmente no se deben despachar en librerías sin ISBN ni depósito legal «En los casos de autoedición, esto que nosotros les ofrecemos es útil sobre todo en las ciudades o en las zonas donde esos músicos viven y trabajan».
«Tenemos bastantes pedidos, sobre todo de gente que quiere el pack completo: la edición del disco y la posterior promoción, así como su difusión a los medios para tener más visibilidad», resalta Kiko Salinas, orgulloso de que en todo este tiempo The Borderline Music haya puesto en órbita «casi cuatrocientas referencias».
Lo cual no quiere decir casi cuatrocientos artistas o grupos. Algunos han repetido y son compañeros fieles, comparten ese espíritu, esa filosofía y esa intención de ir contra la corriente. «Lo de tener un disco físico, una referencia en la calle, en las tiendas, es lo que marca la diferencia. Es una colección de canciones que puedes tocar y sentir», concluye.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete