La sequía alumbra un pasado empantanado de hace 7.500 años

Una excavación arqueológica en el pantano de Iznájar documenta la historia de los primeros agricultores de Andalucía, sepultada desde su construcción en los años 60

Vista de las excavaciones en el pantano de Iznájar IDEAL

Álvaro Holgado

Nunca llueve a gusto de todos. La frase, por muy manida que esté, sigue teniendo vigencia. En este caso literal. Antonio Morgado la pronuncia después de dos meses de trabajo en el pantano de Iznájar, en el término municipal de Algarinejo. El arqueólogo trabaja en ... esta zona desde hace años tratando de documentar las primeras sociedades neolíticas en este enclave granadino . Una quimera si tenemos en cuenta que se encontraban habitualmente inundadas por la lógica aplastante de que hablamos de un pantano. Cuando se construyó, como muchos otros a lo largo y ancho del país, en los años sesenta de la mano del franquismo, no había legislación alguna sobre la protección del patrimonio.

Bajo el agua, durante estos 50 años, venía erosionándose el legado de esos primeros agricultores en lo que hoy llamamos Andalucía hace 7.500 años . Sus asentamientos, las claves de su estilo de vida, sus casas, cerámicas, la forma de organizar al ganado o la cultivar la tierra. Fue el resultado de una época, la de la construcción del pantano , en que «la conciencia social no existía y donde tampoco se le podía poner coto al progreso».

En el caso granadino, hasta ahora, los restos neolíticos se encontraban a la intemperie de la naturaleza y solo documentados a través de la teoría. Una vez más, la ausencia de precipitaciones ha abierto una puerta que no era esperable hasta hace poco, y el equipo dirigido por este investigador de la Universidad de Granada , no ha querido perder la oportunidad para hacerlo.

«Lo pensamos ya en 2017, cuando el pantano empezó a dar muestras de estar seco. La gente piensa que la sequía es de este año, pero lleva sucediendo desde hace tiempo», reflexiona Morgado. Con todo, cinco años más tarde, diecinueve yacimientos han salido a la luz después de que la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico concediese un permiso de urgencia para llevar a cabo los trabajos.

Trabajo contra reloj

Comenzaron en enero de este mismo año y se hallan ya finalizados en lo que se refiere al trabajo sobre el terreno. Hay que tener en cuenta que lo que ahora es casi un descampado que a pleno sol podría dar una lipotimia a cualquiera, fue en su momento un bosque mediterráneo , donde los asentamientos se fueron concatenando durante siglos. Igual que aparecen en esta investigación restos del Paleolítico Superior o el Neolítico, también de villas romanas.

«Nuestro trabajo se ha concretado en aquellas zonas donde será imposible excavar una vez la lluvia, esperemos, vuelva », explica Morgado. Esto no quita que la intención sería incidir a fondo en la excavación de la zona, solo que, como suele suceder, los escasos recursos económicos tampoco posibilitan que se aprovechase un alargamiento de la situación.

«Llegamos hasta donde podemos», apunta el comandante en jefe de la excavación, que a pesar de la alegría por documentar restos que se daban por perdidos, lamenta el estado actual del pantano. « Nunca había visto la zona tan seca » señala.

Por el momento, lo recogido merece al menos la pena desde el punto de vista histórico. Restos de construcciones, chozas, cerámicas ya decoradas con conchas marinas, molinos, utensilios de sílex y otras infraestructuras que vienen a explicar materialmente lo que fueron nuestros antepasados en las proximidades del río Genil en esta zona, que acabaron abandonando paulatinamente. « No se trata tanto de descubrimientos, eso solo ocurre en las películas , sino de documentar y trabajar sobre lo que no se pudo», resume Morgado.

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