El fin de curso llena de colchones y muebles viejos el Albaicín de Granda

Según explica la presidenta de la asociación de vecinos, Lola Boloix, el fenómeno ocurre cada mes de julio, y va a más porque el Ayuntamiento de Granada sigue sin limpiar decentemente el barrio que está catalogado como Patrimonio Mundial por la Unesco.

Los pisos cambian de inquilinos tras el fin de curso. Los que se marchan dejan tras de sí a veces un reguero de basura. Cuando llegan los inquilinos a partir de julio, no dudan en deshacerse de todo lo que no les sirve. Y no se andan con remilgos de puertas para adentro. «Los nuevos entran y sacan los colchones donde pillan», resume Boloix que suma este problema, que dificulta el día a día de los vecinos en estas calles estrechas, al del botellón, el ruido nocturno o la movilidad que, con el bus turístico con vagones, está pensada más para los visitantes que para los granadinos.

Los colchones, electrodomésticos y muebles rotos se amontonan en calles y emplazamientos monumentales como el Arco de Elvira . Los abandonan cuando lo correcto sería llevarlos al vertedero o llamar a la empresa que gestiona la limpieza para su recogida. Quienes caen en esta conducta incívica no los dejan normalmente en sus puertas sino a varias casas de distancia para que no se los pueda identificar.

Otras veces son los propietarios de los inmuebles quienes, cuando van a hacer reformas, proceden de igual forma, abandonando mobiliario que ya no van a utilizar el próximo curso. Es en septiembre cuando entra la mayoría de estudiantes pero es en julio cuando muchos alquilan y piden arreglos en las que serán sus casas.