MEMORIA HISTÓRICA
La búsqueda de Lorca, una historia por cerrarse
Las excavaciones que actualmente tienen lugar en el Barranco de Víznar no tienen como objetivo la localización del poeta
Desde el 2009 se han sucedido hasta cuatro proyectos arqueológicos infructuosos para encontrarlo
«No sabemos donde está Lorca» admitía este martes Francisco Carrión, coordinador del proyecto «Barranco de Víznar, lugar de memoria»
Álvaro Holgado
Se ha escrito cientos de veces. A menudo se ponen al comienzo de cada artículo al respecto sus versos proféticos. «Ya no me encontraron / ¿Y no me encontraron?/ no me encontraron». Son las palabras de Federico García Lorca en «La fábula y rueda de los ... tres amigos». Suenan aún escalofriantes en su poema y siguen resumiendo, 85 años después de su fusilamiento, la infructuosa búsqueda de su cadáver.
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Son otros los restos que se encuentran de momento. Esta misma semana la excavación que se está llevando a cabo en el Barranco de Víznar, en una iniciativa impulsada por la Universidad de Granada, ha hallado los primeros restos humanos en una de las fosas. Estos corresponderían a tres o cuatro cuerpos de personas fusiladas en la Guerra Civil. Lorca no está entre ellos. Encontrarlo no es siquiera el objetivo del proyecto. Antes, hasta en cuatro ocasiones, se ha buscado el cuerpo del poeta universal granadino, siempre sin éxito.
Primer acto: 2009
Oficialmente, la primera excavación tuvo lugar en 2009. Para entonces, debate sobre la memoria histórica de por medio, y tras el revuelo por la decisión del juez Garzón, se completaba una crónica periodística tras otra con la seguridad de hallarlo. La tecnología de georradares daba alas a la ilusión de encontrar los restos de Federico, unido a un relato que se había dado por sentado durante décadas, y sostenido, entre otros, por el hispanista Ian Gibson.
Finalmente, la Junta de Andalucía, promotora de la excavación, obtuvo un resultado demoledor. «No se ha encontrado ningún resto humano y con evidencias científicas de que nunca hubo enterramientos en esa zona» explicaba la entonces consejera de Justicia del órgano autonómico, Begoña Álvarez. Solo una gran roca. «Ni un sólo hueso, ni una esquirla». La burbuja se pinchó. Comenzaba así un vaivén de teorías, grescas y discusiones en principio científicas que no ha cejado en más de diez años.
Porque hay algo importante a la hora de valorar los continuos intentos por la exhumación del cuerpo de Lorca. Esa primera excavación, según indicaba Álvarez, destituida al poco tiempo de aquello, se había basado en lo avalado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
La versión promovida por familiares de los también fusilados se apoyaba asimismo en las nombradas investigaciones de Gibson. Este había recabado el testimonio hacía casi 50 años de Manuel Castilla, "El Comunista", que decía haber enterrado allí al poeta. Incluso le había llevado hasta ese mismo punto de la excavación.
Pero, aunque fuera una hipótesis ampliamente respaldada, en el fondo se sostenía únicamente en la oralidad. Eran los testimonios de una época donde la información no fluía exacta, precisamente.
Hay que tener en cuenta que el relato del día del asesinato del poeta, junto al maestro republicano Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, nunca ha sido preciso. Existen tantas teorías como conversaciones se inician al respecto. Y, para muestra un botón, el profuso debate entre historiadores no ha levantado pedal desde el fracaso en la excavación del paraje de Fuente Grande, en Alfacar.
Segundo acto: 2014
En 2014, el historiador Miguel Caballero junto al arqueólogo Javier Navarro, iniciaban con un nuevo equipo otro proyecto también financiado por la Junta para excavar en el paraje del Peñón del Colorado. A 500 metros de la zona en la que ya intervino en 2009 sin éxito. Se trataba de un lugar que en 1936 se usó como campo de instrucción para las tropas de Falange y que iban a ser convertidos en un campo de fútbol en 1998.
Esto último incluso llevó a la familia Lorca a mandar un fax para la paralización de las obras, alegando que se trataba de un lugar «conocido porque allí reposan los restos de Federico». El dichoso proyecto futbolístico recorrió medio mundo. Hasta el New York Times trató el asunto en sus páginas. La intención del alcalde de Alfacar quedó finalmente en nada tras la intervención del entonces presidente andaluz, Manuel Chaves.
La cuestión de fondo es que tampoco Caballero lo encontró. Ni rastro. La Junta, tras el batacazo anterior, intentaba además alejar los fuegos artificiales, y expresaba contundente que no era a Lorca en exclusiva a quien buscaban, «sino otras víctimas». No en vano, esta vez se contó con mucho menos presupuesto que en la anterior excavación, casi 60.000 euros de diferencia.
La hipótesis de Caballero, paralela a la de Gibson, se basaba en lo recogido por el periodista falangista Eduardo Molina Fajardo, quien aseguraba, sin abandonar la oralidad del relato, que el posible enterramiento se encontraba en un "pozo alargado" con un color de tierra gris, junto a un pequeño camino. La descripción coincidía con la investigación de Caballero hasta la fecha, quien había corroborado uno por uno hasta diez testimonios hechos por el periodista.
De la misma manera, el historiador apuntaba que José María Nestares, mando militar en la zona cuando mataron a Lorca, le hizo hasta un croquis de la zona al periodista y que este fue más tarde reafirmado por otros falangistas. La versión, según decía Caballero, sería más fidedigna por la confianza de un falangista con otro, y no con un historiador al uso.
Un año después, salía a la luz un informe policial que el franquismo realizó en el año 65 que aceptaba que Lorca fue «pasado por armas». 30 años después de su muerte. La polémica surgió tras las declaraciones de Caballero. El propio historiador le achacaba al informe «errores de bulto», algo en lo que había consenso, pero en su opinión para «tapar» a los autores reales del fusilamiento. Esto coincidiría con sus postulados de que fue ejecutado no por «rojo ni masón, sino por rencillas familiares».
Su postura fue ampliamente rechazada por un gran número de investigadores lorquianos y por la propia familia de Lorca, quienes nunca han apoyado la búsqueda de los restos. Los familiares del poeta siempre han defendido lo mismo. Por un lado, la necesidad de amparo a las familias de los demás desaparecidos. Por otro, el derecho a que, de forma privada, no quisieran iniciar su búsqueda concreta.
De la misma manera, entendían que lo expresado en 1998 por el tema del campo de fútbol era una petición de respeto al lugar mismo como memoria histórica. No una declaración exacta del lugar de la fosa, tal y como aplicaba el historiador. Aludían además, con tono contundente, a que la teoría de Caballero minimizaba el hecho de que su asesinato fue puramente por causas políticas. Desde la familia Lorca incluso se le achacaba su "escaso prestigio académico". La intentona de 2014 quedó para el olvido.
Tercer acto: 2016
Con todo, Miguel Caballero no cedía. En 2016, de nuevo junto a Javier Navarro, concluía sin resultados positivos una nueva excavación en el paraje, esta vez no financiada por la Junta sino por inversión privada, concretamente de la Asociación Cultural Regreso con Honor.
Con 36.000 euros invertidos sin cambiar de dirección su teoría, el historiador se acogía a que habían fallado en el primer intento por apenas 20 metros de diferencia con el lugar de 2014.
No encontró ningún resto humano ni nada que se le pareciera. Pero insistía en que fue allí donde se produjo la muerte y que se habían encontrado evidencias de que en la zona se realizaron desenterramientos llevados a cabo por la acción humana. Esto explicaría el porqué de la, para él, inexplicable ausencia de restos.
Interludio: Guerra entre investigadores
En esos años se produce además una intensa gresca entre quienes hasta el momento buscan los restos del poeta. Caballero denuncia a Luis Avial, de la empresa Geo-Radar. Pero ¿quién es Luis Avial?
Especializado en la localización de fosas de la Guerra Civil, es colaborador habitual de la Policía y fue el responsable de la prospección geofísica que localizó el cuerpo de Cervantes en la iglesia de las Trinitarias en Madrid. Además, Avial radiografió mediante georradares de forma privada la supuesta tumba de Lorca en 2009.
Tuvo que pagar una multa de 3.000 por este hecho, al considerarse que la zona estaban acotada para su estudio por técnicos del Instituto Andaluz de Geofísica. Ante la aparición de una nueva hipótesis en 2016 a raíz del estudio de Avial, Caballero incidía en que, al contrario que él, no había adquirido los permisos para llevarlo a cabo.
Pero, aunque Caballero reclamara, ese estudio no era nuevo. Era el mismo que se había realizado precisamente cuando se le infringió la multa años atrás. Su actualidad venía por la aplicación del enfoque de otra teoría a la información que Avial ya tenía en su ordenador y que daría un nuevo giro al eterno escenario.
Cuarto acto: 2018
Aunque la estupefacción fue manifiesta en el propio Avial y el periodista e investigador Víctor Fernandez, quien había publicado en la prensa este nuevo prisma, la nueva teoría encajaba parcialmente con la idea de Caballero. El cuerpo de Lorca había sido trasladado después de haber sido desenterrado.
Ese argumento, de una o de otra manera, ya fuera en una u otra ubicación, se había ido imponiendo a lo largo de los años. Avial y Fernández señalaban ahora la fuente del Parque García Lorca de Alfacar, a escasos metros de la excavación de 2009, como el lugar en el que finalmente estaría enterrado Lorca.
Todo sería el resultado de lo ocurrido en 1986, cuando durante las obras del parque, algunos testigos presenciales aseguran que aparecieron restos óseos y una muleta de madera. Este material, aunque en condiciones normales se descompone bajo tierra, se correspondería con los del maestro republicano Dióscoro Galindo, que en el momento de su muerte portaba una, ya que era cojo.
Esto se sabía desde el primer momento. En 2008 así lo declaraba Jose Antonio Rodríguez, exalcalde de Jun y quien a lo largo de dieciocho años fue la mano derecha de Juan de Loxa en el Patronato Provincial Federico García Lorca: «Los huesos aparecieron junto al olivo donde fue fusilado Federico, por lo que la fosa podría ser la suya, pero eso por ahora no se puede asegurar».
De hecho, Rodríguez ya avisaba antes del fracaso en Alfacar de que la excavación de 2009 podía salir mal. «Hay levantada una expectación muy grande con esta exhumación y nos podemos encontrar con que no haya nada» explicaba.
Así las cosas, diez años después, la opción de que estuviera en el Peñón del Colorado pasaba a mejor vida, con Caballero ya fuera de esta historia. La Junta volvía a la palestra y financiaba otra investigación en el paraje de Fuente Grande, el lugar en el que se iniciaba la investigación, ahora soportada bajo la tesis del traslado de los huesos.
Pero como ha venido ocurriendo el resultado no cambió: negativo. No hizo falta siquiera la excavación. Sólo con el análisis del terreno, llevado a cabo con un radar de subsuelo, se descartaba la existencia de restos humanos en la fuente.
El análisis no se aplicaba únicamente a los 25 centímetros de profundidad en los que, se sostenía, se habían enterrado, sino que incluso alcanzaba los 2,5 metros. A pesar de ello, desde la Universidad de Granada indicaban que el estudio no cubrió inexplicablemente la zona de la fuente por la incapacidad de hacer un análisis de este tipo en el agua. Con todo, se daba carpetazo al asunto. 2019 suponía, a priori, el fin de la búsqueda.
La historia sigue pegando coletazos y, solo con preguntar a los involucrados, puede verse la fe en que el enigma del paradero de Lorca logrará resolverse. Mientras tanto, ahí seguirá, como él mismo predijo, "bajo el cri cri de las margaritas".
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