El retorno de los Seises marca la brillante y solemne procesión del Corpus en Granada
Cinco niñas y cinco niños danzan ante el altar mayor de la catedral antes de comenzar un acto que congrega a miles de granadinos en el cortejo y en las calles
La procesión del Corpus en Granada recupera a los seises y por primera vez intervendrán también niñas

Granada tiene dos tradiciones que se remontan a 1492: una es la Toma, que se celebra cada 2 de enero y conmemora el final de la Reconquista y la unificación de España. La otra es la procesión del Corpus Christi, una idea que partió de la Reina Isabel la Católica.
Decidió que cada año, el jueves del Corpus –que no tiene fecha fija, se celebra el jueves más próximo tras cumplirse sesenta días desde el Domingo de Resurrección, procesionara una custodia de Cristo con una hostia consagrada en su interior. Después de siglos de dominación musulmana, quería simbolizar así que lo anterior se había acabado, que comenzaba una nueva etapa y que España era un país cristiano.
Este jueves 19 de junio se ha vuelto a revivir la tradición religiosa más antigua de la ciudad. Porque aunque la Toma también tiene connotaciones, no puede considerarse como una fiesta estrictamente espiritual. Y se ha hecho con fidelidad absoluta a lo histórico. Tanto, que se ha recuperado la figura de los Seises, niños que danzan delante del altar mayor de la catedral antes de que comience el cortejo.
La de los Seises es una tradición importada de Florencia, donde, en el siglo XV, un grupo de seis niños –de ahí el nombre- empezó a danzar en celebraciones litúrgicas. A España llegó esa costumbre a principios del XVI, primero en Sevilla y, en 1520, en Granada.
Cinco niños y cinco niñas –esto último sí que es una novedad absoluta- de entre ocho y diez años, estudiantes del colegio Virgen de la Gracia, han actuado con toda la solemnidad que su corta edad les permite, acompañados de música sacra interpretada al órgano y el canto de un coro. La catedral estaba llena y la Plaza de las Pasiegas, la que tiene delante, también. Los más madrugadores ocuparon las sillas, que no se podían reservar con antelación.

La procesión del Corpus quizás no congregue a tanto público como las de Semana Santa, pero probablemente sí es la que tiene un cortejo más poblado, puesto que lo componen más de cuatro mil personas. Aparte de las autoridades eclesiásticas, con el arzobispo José María Gil Tamayo a la cabeza, y de las civiles, con la corporación municipal al completo, participan en el mismo representantes de las 32 cofradías granadinas, bandas de música, niños que han hecho la Primera Comunión, maceros, pertigueros, heraldos y, para darle un toque festivo, la Tarasca, que ayer tuvo también su desfile.
A las 11.15 de la mañana, justo después de hacerlo los Seises, ha salido la custodia del templo catedralicio por la puerta principal, llamada de la Encarnación. Han sonado cohetes, como la ocasión demandaba, y ha comenzado el recorrido, que tras atravesar la Plaza de las Pasiegas, ha pasado por Marqués de Gerona, Mesones, Puerta Real, Reyes Católicos, Gran Vía, Cárcel Baja, San Jerónimo, Plaza de la Romanilla, Capuchinas, Plaza de la Trinidad, Mesones, de nuevo Marqués de Gerona, Plaza de las Pasiegas y retorno a la catedral.
La procesión del Corpus de Granada está cargada de simbolismo y de ritos inalterados por el tiempo. Por ejemplo, varios pueblos de la Vega deben entregar una buena cantidad de unas plantas aromáticas llamadas juncias para que tapicen el suelo y que la custodia nunca pise tierra. También es costumbre que, a su paso, la procesión se encuentre con altares que a su vez exhiben una custodia, pero sin hostia consagrada en su interior.
Pese al calor, que esta semana ya se ha instalado en la ciudad y no parece tener ninguna intención de dar tregua, han sido miles los granadinos que se han acercado a ver la procesión en algún momento de su trayecto. Especialmente brillante es el tramo de la calle Mesones, normalmente llena de turistas y de público local que entra en sus tiendas, pero hoy, como otros días señalados, parte de la larga historia de una ciudad, valga la redundancia, histórica.
Después de la procesión, miles de granadinos se han dirigido a Almanjáyar para disfrutar de la feria, que hoy vive su día de mayor afluencia al ser fiesta local. La feria, por cierto, también tiene en cierto modo un origen religioso, puesto que la Reina Isabel la Católica, cuando ordenó la salida anual de la custodia, también dejó dicho que, en torno al Corpus, se organizara en la ciudad una fiesta en la que «ha de ser tal, y tan grande la alegría, que parezcáis locos».
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