El pueblo granadino de Orce recibe con orgullo a su doble medallista olímpica, María Pérez

A las ocho y media de la tarde, la ganadora de dos medallas en los Juegos Olímpicos de París –una de oro y otra de plata- debía llegar a la Plaza Nueva, que se iba llenando progresivamente y donde ya había carteles con su foto, su nombre y una palabra que se repetía una y otra vez: orgullo. En Orce, no cabe duda, están orgullosos de ella.

El alcalde, José Ramón Martínez, ha repetido esa palabra –orgullo- hasta tres veces cuando, una hora antes del inicio del acto oficial, atendió a los periodistas. «Estamos orgullosísimos porque nos representa por el mundo, porque esto que ha hecho ahora es absolutamente increíble», ha manifestado.

Orce es conocida por ser una de las cunas de la humanidad europea, como atestiguan sus abundantes estudios arqueológicos y paleontológicos realizados en las dos últimas décadas en la zona. Aquí se empezó a hablar del Hombre de Orce, pero el alcalde cree que ahora es igualmente válido o más «hablar de la Mujer de Orce«.

«Porque María representa a una mujer guerrera, de la que, más que con sus innegables valores deportivos, nos quedamos con sus valores humanos. Por eso queremos agradecerle lo mucho que nos ha dado y nos sigue dando», ha resaltado.

De eso iba hoy la cosa, de homenajear a quien se lo merece. Existe un proyecto en el que el ayuntamiento quiere involucrar a María Pérez: crear una Escuela de Marcha para que los jóvenes del lugar puedan seguir sus pasos o al menos intentarlo. «Pero eso ya vendrá, ahora hay que homenajear a una deportista que con estos triunfos en París ha engrosado aún más su palmarés».

A las nueve de la noche, precedida de una batucada, María Pérez ha llegado a bordo de un descapotable, luciendo la medalla de oro y la de plata y saludando a decenas de personas que se acercaron a verla de cerca y a darle la enhorabuena. Estaba exultante.

Antes de dirigirse a los orcenses, fue recibida por la corporación municipal, que a esas alturas ya había sacado del salón de plenos las dos cajas de cordero segureño (ambrosía comarcal) que le dieron como regalo. María Pérez no paraba de repartir sonrisas pero junto al escenario le esperaba la mejor, la de su bisabuela María Gandía, a la que ella llama abuela porque sus abuelos de Orce ya fallecieron.

María Gandía ya sabe lo que es recibir medallas de su descendiente y no quiso evitar, antes de que sucediera de nuevo, bromear sobre su peso. «Si fueran de oro de verdad, seríamos ricos», ha dicho.

Quedaba el broche de oro, nunca mejor dicho, las palabras de la campeona en la plaza en la que está el ayuntamiento, donde ondeaban las 600 banderas de España repartidas para la ocasión. «Volaron», ha resumido el alcalde. Había mucha gente de Orce, claro, pero también de Huéscar y otros pueblos cercanos.

Allí, la abanderada de la ceremonia de clausura ha confesado estar «orgullosísima» (otra vez la palabra) por el cariño recibido no sólo en Orce sino desde que aterrizó procedente de París. Lo está disfrutando, pero también quiere descansar un poco «y asimilar todo lo que ha ocurrido». Ni que decir tiene que su discurso fue interrumpido continuamente con gritos de «¡María, María!».

Por lo demás, ha dejado la puerta muy abierta a su continuidad y, si puede ser, a su presencia en las Olimpiadas de Los Ángeles, en 2024. El público se lo pidió a gritos, faltaría más. Ella tiene 28 años, así que no debe haber inconveniente, aunque también ha advertido de que son ya «muchos años en la élite». Ha lamentado que en esa cita no repita su compañero de gesta este año, Álvaro Martín, que ha anunciado su retirada.

Y después ha seguido la fiesta. Un cuadro flamenco delante de la plaza de la Iglesia de Santa María, cohetes aquí y allá y un pregón que María ha lamentado que haya eclipsado con su presencia. Humildad hasta en un momento cumbre de su vida. Así es María.