Patti Smith vuelve a reencontrarse con Granada y con el legado de Lorca, uno de sus ídolos de siempre

Reencuentro es una palabra adecuada porque no es la primera vez que la artista, de 77 años, acude a Granada. En 1998 inauguró un ciclo de actuaciones para conmemorar el centenario del nacimiento de Lorca y diez años después regresó para ofrecer un concierto en tono acústico e intimista junto a la Huerta de San Vicente, una de las casas que habitó el poeta. La visitó y, sin público, tocó su piano. Después dijo que se sentía «entroncada a la herencia artística» del escritor granadino.

El formato con el que vuelve a Granada no sugiere, en principio, una velada cargada de decibelios, aunque como es un huracán en el escenario, eso nunca se sabe. Se presenta al frente del Patti Smith Quartet, que completan su hijo Jackie Smith a la guitarra, Seb Rochford a la batería y Tony Shanahan haciendo un poco de todo, porque le da a varios instrumentos.

Nacida en Chicago en diciembre de 1946, con 21 años se trasladó a Nueva York a intentar lograr el éxito como escritora. Sus andanzas en aquellos años, en los que compartió casa con el fotógrafo Robert Mappelthorpe, están recogidas en el libro autobiográfico del que es autora, 'Éramos unos niños' y explican lo duro que era ganarse la vida en la Gran Manzana.

Pero en la década de los setenta se produjo una revolución musical que lo cambió todo: fue el punk, que encendió la mecha en Nueva York aunque después se hiciera más popular cuando cruzó el charco y se instaló en Londres, cargado de imperdibles. Patti Smith fue una de las asiduas al mítico club CBGB, donde empezaron Blondie, Ramones, Talking Heads o Televison, y en 1975 se unió a ese selecto club cuando sacó su primer disco, 'Horses'.

Después llegaron 'Radio Ethiopia', 'Easter' y 'Wave' para completar un póker inicial que, sin alcanzar los primeros puestos de las listas, sí le hicieron ganar un buen puñado de fieles. Les encantaban sus letras, comprometidas y a veces, al menos para la época, provocadoras. Se armó una buena cuando leyó en un concierto: «Jesús murió por los pecados de otros, no por los míos» justo antes de cantar 'Gloria', una joya que tomó prestada de Van Morrison.

La colaboración con otro consagrado llamado Bruce Springsteen –bueno, por entonces, en 1978, aún no lo era- le valió la canción 'Because the night' y probablemente el mayor éxito en su carrera, un decimotercer puesto en las listas norteamericanas. A cuyos primeros puestos nunca se ha vuelto a acercar.

Tampoco le importó demasiado, siempre fue a su aire. Le basta con que la gente coree himnos como 'People have the power', que escribió junto a quien fue su marido, Fred 'Sonic' Smith -quien fuera guitarrista de los seminales MC5-, con encerrarse de tarde en tarde en algún estudio para registrar nuevas canciones y con hacer giras en las que raro es que no saque a pasear al animal de directo que siempre ha sido.