Beas de Guadix es un pequeño pueblo de la provincia de Granada donde viven poco más de 300 habitantes. Está presidido por el Cerro del Castillejo, una mole de piedra, arcilla y arena que se está desmoronando. Debajo, en primera línea, hay 31 viviendas en riesgo de quedar sepultadas por un desprendimiento. Hoy hay alerta amarilla por lluvia y algunos de sus habitantes llevan desde primera hora de la mañana fuera, por lo que pueda pasar.
«El cerro está avisando. Los desprendimientos que ha habido hasta ahora no han sido demasiado graves, pero el problema irá a más porque está reventado, cuarteado, con grietas en horizontal y en vertical. Los técnicos que lo han visto tienen claro que la única solución es desmontarlo, no valen arreglos de emergencia», avisa. No forma parte de un parque natural ni de ninguna zona protegida, la actuación se podría acometer sin ese hándicap.
Hacer eso y realojar a los vecinos que están más cerca costaría en torno a 860.000 euros, una cantidad que, según el regidor, no quieren costear ni el Gobierno central ni el autonómico. «Si lo hicieran a medias, no sería dinero para ellos», objeta, para añadir que en estos últimos años lleva haciendo un montón de gestiones para ver si convence a unos y otros, pero sin éxito.
El Consejo de Ministros mira a otro lado
«El asunto llegó hasta el Consejo de Ministros hace algo más de un año, pero la respuesta fue que no se podía declarar zona catastrófica (ahora se llama zona afectada por una emergencia de Protección Civil) porque la Junta de Andalucía no había elevado la alerta al nivel uno o al dos, y que hasta que eso no pasara, no podía actuar. Como se suele decir: los unos por los otros y la casa sin barrer», explica.
Porcel admite que está desesperado. «Cuando se produce algún derrumbe, los vecinos me piden explicaciones. Es lógico, lo entiendo y yo doy la cara ante ellos. Me critican, porque lo habitual es descargar con quienes tienen más cerca, que en este caso soy yo. Les doy toda la razón porque la tienen, pero es que no se me ocurre qué más puedo hacer».
Puede, y lo hace, recibir a los responsables de instituciones que acuden al pueblo, como ocurrió el domingo con la visita de técnicos de la Diputación Provincial de Granada, un día después de un nuevo derrumbe que por suerte no causó graves daños. «Creo que ahora ven el cerro de otra forma, como con otros ojos, aunque con eso no basta», se lamenta.
La visita estuvo encabezada por Eduardo Martos, diputado de Emergencias y Asistencia a Municipios, quien confirmó lo que es evidente: «El cerro está en muy malas condiciones». Se comprometió a hacer «un informe técnico para ver la mejor forma de acometer mejoras» y admitió que lo que más le preocupa es «la situación de las personas que viven en esas casas».
«Lo dije entonces y lo repito ahora: ¿es que hay que esperar a que haya muertos. Fue lo que le dije textualmente a Inmaculada López Calahorro cuando era subdelegada del Gobierno en Granada. Me dijo que por supuesto que no, pero el riesgo va a más y ya no sólo afecta a las viviendas más cercanas, sino también otras que están en segunda y tercera línea. Si ahora ocurre una desgracia, aquí no tenemos ni casas para realojar a los afectados, ni dinero para hacer nada«, concluye.
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