Granada se vuelca un año más en la ofrenda floral a la Virgen de las Angustias, su patrona

Aunque la ofrenda comenzó a las 17.30 horas, desde por la mañana ya se observaba un movimiento de gente en los alrededores de la basílica, en la Carrera de la Virgen, donde se guarda su imagen. Un trasiego de tal envergadura sólo podía indicar que se estaba ante un día grande para muchos granadinos. Y también para muchos foráneos llegados desde otros puntos de la provincia y del resto de Andalucía.

A la hora fijada, el arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo, ha tomado la palabra para agradecer el «cariño renovado» de Granada hacia su patrona. Los granadinos, ha destacado que en días como éste se demuestra que los granadinos tienen «el corazón ensanchado por su amor a la Virgen».

Entre vivas a la «Madre de Granada» ha comenzado la ofrenda, en la que han participado la alcaldesa de la ciudad, Marifrán Carazo, y los portavoces de los tres partidos políticos con representación en el ayuntamiento. También ha habido representación de instituciones provinciales y regionales y, en general, de todas las autoridades civiles y militares de Granada.

A las seis se ha bailado 'La Reja', un baile popular que, aunque ya no suena tanto en la feria local ni en la fiesta de las cruces, no se va a perder porque son muchas las personas y asociaciones que apuestan en Granada por mantener arraigadas las tradiciones.

«Hay que apoyarlas y estar en los momentos importantes para la ciudad», ha significado en ese sentido Rocío Díaz, consejera de Fomento de la Junta de Andalucía, que aunque ahora vive a caballo entre Granada y Sevilla por su cargo, ha estado entre los invitados de honor un año más.

Y por supuesto, el acto ha estado abierto a los miles de granadinos que de manera continuada y hasta más allá de las once de la noche, han querido depositar flores frente a la fachada principal de la basílica. A título particular o en nombre de asociaciones, para agradecer favores que atribuyen a la patrona, para pedirle otros, para recordar a personas queridas que ya no están entre nosotros o por una simple demostración de devoción. En todos ellos ha recaído, después de todo, el protagonismo de la jornada.