¿Qué hacer este fin de semana en Sierra Nevada? Cuatro planes para disfrutar de la nieve
Deslizarse en trineo, subir a una montaña rusa muy especial, comer en lugares bien surtidos o, más simple, disfrutar de la paz, son todas ellas opciones excelentes
Sabores desde las alturas: una aventura gastronómica en Sierra Nevada
¿Qué hacer con niños en Sierra Nevada? Planes y actividades para disfrutar de un fin de semana en la nieve
Guillermo Ortega
Granada
Cinco planes como podrían ser diez, o veinte, o más. Sierra Nevada está llena de posibilidades y lo difícil es aburrirse, aunque incluso eso -o, sin llegar a esos extremos, el no hacer absolutamente nada y disfrutar del paisaje, ese maravilloso dolce far niente- ... tiene un encanto tremendo en una zona tan especial, a más de dos mil metros de altitud, sin ruidos, sin coches, tan blanca...
Vale, pues ese sería el primer plan y toca ir a por los otros tres. Si se habla de nieve, hay que distinguir entre quienes la quieren disfrutar esquiando o haciendo snowboard, y quienes no desean ponerse los esquíes por el motivo que sea y sólo buscan entretenerse un rato.
Para este segundo grupo, hay dos zonas estupendas. Una se llama Mirlo Blanco, está en la estación invernal de Pradollano y se accede con relativa facilidad andando. Lo de relativa es que el suelo tiende a estar resbaladizo, con lo que los tropezones son allí el pan de cada día.
En el Mirlo Blanco hay varias actividades apropiadas para niños y mayores. La estrella es sin duda la montaña rusa, que aquí se llama Trineo Ruso. En cada coche se pueden subir una o dos personas y uno de los alicientes es que la velocidad la controla el piloto, que incluso puede parar unos segundos si quiere contemplar las extraordinarias vistas. Un viaje, con toda probabilidad, va a saber a poco.
La alternativa está más arriba. Poco antes de llegar a Pradollano, hay un desvío en la carretera que conduce a la Hoya de la Mora. Es un lugar que está todavía más alto, a casi 2.500 metros, y como ahora hay nieve es una delicia para jóvenes y no tan jóvenes eso de pillar un trineo o hasta una pala especialmente diseñada para esos casos y deslizarse unos cuantos metros montaña abajo. Si el visitante va sin trineo ni pala, seguro que encuentra un montón de voluntarios dispuestos a vendérselos.
El esquí es, obviamente, la estrella. Es la actividad para la que va la mayoría de la gente. Y muchos de ellos no ocultan que les gusta tanto esa descarga de adrenalina durante la jornada como el posterior descanso con los compañeros para comentar las anécdotas del día, pero ya protegidos del frío y tomando algo.
Es lo que en otros sitios llaman tardeo, palabra que aquí se transforma en après ski. En el bar-restaurante La Bodega, en la Plaza de Andalucía, se organizan unas reuniones multitudinarias. En el Vertical, también. En realidad, casi cualquier rincón sirve, con tal de que no falte lo esencial: buenos amigos y ganas de pasarlo bien.
Después de ese merecido descanso toca cenar, que tampoco es plan de irse a la cama con la barriga vacía después de tanto tute. En Pradollano hay un montón de sitios para todos los bolsillos, pero existe también la posibilidad de salir de la estación y acudir a los dos pueblos más próximos: Güéjar Sierra y Monachil.
Lo cierto es que en esos dos sitios se cena bien y también se come bien. En Monachil destaca, por ejemplo, La Almunia del Valle, en el que por cierto se hospedan no pocos esquiadores porque también funciona como hotel. Tiene camas elásticas y columpios para que los niños se entretengan.
Y en Güéjar Sierra, un lugar francamente recomendable es el restaurante Maitena, situado justo en el punto en el que el río que lleva ese nombre vierte sus aguas en el Genil. La carne es la estrella allí y el servicio es eficaz y rápido. Su punto en contra es que la carretera no es precisamente idílica, lo que lo hace más apetecible al mediodía que de noche.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete