Los escolares de Granada comen mejor en colegios con cocina propia que en los que tienen catering

Una encuesta de la Federación de Padres y Madres de Alumnos Alhambra y la asociación Justicia Alimentaria pone de manifiesto que el modelo de comida casera es mucho más saludable para los niños

Los encuestados reclaman más productos locales y valoran de forma muy negativa las frutas, pescados y verduras, lo que «fomenta que los niños rechacen esos alimentos»

Comedor de un centro escolar de Granada. IDEAL

Guillermo Ortega

Granada

Un informe de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos Alhambra, de Granada, concluye que los niños que tienen en sus colegios una cocina propia comen mejor que los que están en centros escolares que recurren a un servicio de catering.

El informe, que analiza la gestión de los comedores escolares en la provincia de Granada a través de encuestas con las familias usuarias, revela que hay «diferencias significativas« entre los colegios donde la comida se elabora al día en las propias instalaciones del centro y aquellos con servicio de catering donde ya viene elaborada y es transportada en frío desde largas distancias -en muchos casos desde fuera de la provincia-, almacenada en el centro durante varios días y «regenerada» para servir al alumnado a diario.

Una de las cuestiones que más ha llamado la atención es que mientras que el 82,7% de las familias usuarias del modelo de catering consideran que sus hijos salen con hambre del comedor, esta cifra se reduce al 48,9% en los centros con cocina propia. En el informe, además, se ofrece información y datos que permiten comprender la relación directa entre la calidad de la alimentación y el hecho de salir con hambre del comedor.

Otro dato llamativo es que más de la mitad de las familias vinculadas a comedores con catering eliminarían algún alimento del menú escolar, sobre todo por motivos de calidad, mientras que solo el 17% de las familias vinculadas a centros con cocina lo harían y, en este caso, el motivo principal no es la calidad sino la variedad.

Al preguntar qué modelo de gestión del comedor prefieren, el 87,1% considera «inadecuado» el modelo de catering y preferiría que los alimentos se cocinasen en el propio centro escolar. En cuanto a sugerencias de mejora, además de poner a funcionar las cocinas en los centros educativos, a las familias les gustaría que se incorporasen a los menús más productos locales y de temporada (91,9% de las encuestadas) y ecológicos (65,9%).

En cuanto a la calidad, los alimentos peor valorados son, paradójicamente, aquellos sobre los que se recomienda una mayor frecuencia de consumo: verduras, hortalizas y pescados. Los motivos del rechazo generalizado a los alimentos de estos grupos alimentarios son la baja calidad de la materia prima o del proceso de elaboración.

La Fampa Alhambra ha mostrado su preocupación porque entiende que «se está haciendo un flaco favor« a la educación alimentaria de la infancia y se está fomentando que los niños »asocien estos alimentos con algo desagradable y que nos les gusta«.

El otro gran hallazgo del informe es el gran desconocimiento que tienen los usuarios sobre el funcionamiento y gestión del servicio de alimentación escolar. Sólo 24 de las 554 familias encuestadas conocen, por ejemplo, si en su comedor ha habido inspecciones por parte de la administración y cuáles han sido los resultados. La inmensa mayoría o no lo sabe o no tiene acceso a la información.

Esta falta de transparencia se refleja también en la dificultad -en muchos casos imposibilidad- de acceso al comedor por parte de las familias o de las asociaciones de padres y madres, de la que dan cuenta más del 70% de los participantes en el estudio. Además, más de la mitad de las familias desconoce el número de usuarios del comedor de sus hijos y el de los monitores. Tampoco se dispone de información sobre el ruido o las medidas de higiene del comedor.

Fampa Alhambra considera que «es responsabilidad de la administración involucrar a las familias en la gestión del comedor escolar, fomentando así que este espacio se convierta en parte del proceso educativo y que esté integrado en la vida del centro», tal y como reclama también la asociación Justicia Alimentaria. Sin embargo, los resultados del estudio realizado «muestran un panorama en el que predomina la opacidad frente a la información, la participación es prácticamente nula y se hace negocio con un elemento fundamental para la salud y la educación de la infancia, presente y futuras, como es la alimentación».

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