Qué son las chías de la Semana Santa de Granada y cuándo salen
Son cuatro figuras que acompañan a la Virgen de la Soledad, que procesiona el Viernes Santo en la única cofradía de la ciudad que libera a un preso cada año
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«Chía, toca la trompeta». Oído ahora, en 2025, parece algo superficial y hasta frívolo, pero hay una historia ahí detrás. Las chías no son payasetes que salgan a la calle para entretener a quienes han salido a ver las procesiones, sino unas figuras históricas, unos iconos de la Semana Santa de Granada.
Las chías son cuatro y salen el Viernes Santo con la Hermandad de la Soledad y el Descendimiento, una cofradía que se fundó nada menos que en 1561, así que se aproxima a sus los cinco siglos de historia. El nombre completo es Pontificia y Real Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento del Señor.
La talla del Cristo se le atribuye a Diego de Aranda y podría ser del siglo XVI o del XVII, mientras que la de la virgen es del XVII y es obra del muy afamado Pedro de Mena. La cofradía es, por estos detalles y por otros muchos, una de las más conocidas y admiradas de Granada.
En su origen, las chías fueron personajes históricos que pedían limosna por el luto de una persona que había fallecido. Probablemente se trataba de alguien que había estado en prisión, lo que explicaría que la cofradía sea la única de Granada que tiene la potestad de conceder la libertad a un reo cada año.
Las chías son cuatro. Debajo de una vestimenta un poco sombría que no permite revelar su identidad, porque tienen tapada la cabeza, se esconden cuatro hombres que acompañan al paso. Los de delante van vestidos de negro y morado y tocan la fanfarria (de ahí lo de «toca la trompeta») y los de detrás van de blanco y rojo y tocan el tambor. Anuncian la procesión de la Soledad.
Su estrafalario aspecto es un signo de identidad no ya sólo de la mencionada hermandad, sino de la Semana Santa de Granada. Ni que decir tiene que ese paso es uno de los más vistos del Viernes Santo. Y que no se concibe la Soledad sin las chías, lo uno va irremisiblemente unido a lo otro. Es una tradición centenaria que se respeta a rajatabla y, para las cuatro personas que van debajo de ese traje, hacer la estación de penitencia es un orgullo.
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