Aurelia Navarro, la pintora granadina que desafió las normas morales y acabó sus días en un convento
Pulianas, su pueblo natal, reivindica con entusiasmo la vida y obra de una mujer «valiente» que se atrevió a retratarse desnuda, algo que hasta su familia repudió
Desnudo femenino, el audaz autorretrato que le costó a Aurelia Navarro su carrera artística
La de Aurelia Navarro Moreno es la historia de una pionera del feminismo que desgraciadamente, como tantas otras, no tuvo un final feliz. Artista con un innegable talento para la pintura, premiada en certámenes nacionales y reconocida entre los especialistas, cometió un pecado imperdonable ... en su época: apareció desnuda en un autorretrato y eso le costó su carrera, el rechazo de su familia y, finalmente, su reclusión en un convento hasta que murió.
Nació en 1892 en Pulianas, una pequeña población contigua a Granada. Su padre era un médico prestigioso y su madre procedía de una familia adinerada. Fue lo que se conoce como una niña bien y, como tal, tuvo la posibilidad de complementar sus estudios primarios con clases de dibujo y pintura, disciplinas que desde pequeña se le dieron de maravilla.
Pero hay que situarse en la época y ver también su posición social. Las niñas bien, por entonces, podían pintar bodegones o paisajes, pero eso de dibujar cuerpos desnudos no era para ellas, así se consideraba de manera casi unánime. Lo que pasa es que Aurelia Navarro, de manera consciente o no, transgredió esas normas no escritas.
Con 22 años ya había tenido su primer reconocimiento artístico, en forma de mención honorífica de la Exposición Nacional de Bellas Artes por su obra Sueño tranquilo. Dos años después, el mismo certamen le concedió una medalla por Retrato de señorita y en 1908 llegó el cuadro de la polémica: Desnudo femenino también consiguió una medalla y fue comprado por la Diputación de Granada por dos mil pesetas de entonces, pero con ese dinero perdió mucho más de lo que ganó.
Aurelia, en el centro, con dos tías suyas en un lugar elegante de Granada
Porque la obra, deudora de la Venus en el espejo de Velázquez, probablemente una de sus mayores influencias, la presentaba muy elegante y sensual, pero sin ropa. Había traspasado la barrera de lo que la moral de la clase social a la que después de todo pertenecía estaba dispuesto a aceptar. No sólo se había atrevido a pintar un desnudo, sino que era SU desnudo.
Intentó no hacer mucho caso a lo que pasaba en su entorno más inmediato, incluida su familia, que le fue dando cada vez más la espalda, y siguió pintando. Su obra Una artista, que data de 1906, es una de las primeras firmadas por una mujer que se exhibe en el Museo del Prado. En 1910 fue una de las fundadoras de la Asociación Española de Pintores y Escultores, donde había 256 hombres y sólo once mujeres.
Pero la falta de apoyo de su familia la llevó poco a poco al ostracismo. Aurelia Navarro dejó a acudir a exposiciones nacionales y se limitó al ámbito local. En las primeras muestras en las que participó se notó el miedo a destacar lo que hacía, la crítica fue, como mucho, tibia. Y desde luego no mejoró las cosas el hecho de que, en 1916, presentara en la exposición organizada por el Centro Artístico Literario y Científico de Granada otro desnudo femenino, llamado Éxtasis.
En este caso, la provocación no estaba tanto en lo que se veía sino en lo que se sugería. El desnudo de la mujer no se apreciaba apenas, pero su cara tenía una expresión sugerente y erótica. Y luego estaba lo del título, claro. Fue la puntilla: los que en Granada no le habían dado aún la espalda, terminaron por hacerlo.
El sugerente cuadro Éxtasis le trajo aún más problemas a la artista
En 1923, Aurelia Navarro entró en la congregación de las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad. Tenía entonces 41 años y ya no abandonó la orden. Ya como monja, siguió pintando. Pero por supuesto la temática de sus cuadros fue bien diferente, limitada a motivos religiosos. Falleció en un convento de Córdoba cuando tenía 85 años.
Su polémico autorretrato Desnudo femenino se expone en el Museo de la Casa de los Tiros de Granada y su obra ha sido reivindicada tras su muerte y recogida en varios libros, entre ellos 'Semblanza de una artista contracorriente', de Magdalena Illán. En su pueblo natal, Pulianas, el Centro Cívico inaugurado en 2024 lleva su nombre.
«La historia de Aurelia Navarro es una historia conmovedora y apasionante, pero también dura. Es un ejemplo de cómo mujeres con talento y aspiraciones han tenido que renunciar a sus sueños por los obstáculos y barreras de una sociedad machista, y un ejemplo de cómo, además, éstas han sido silenciadas y borradas de la historia».
Así lo ve Lorena Fernández, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Pulianas y admiradora del trabajo y la vida de la pintura, hasta el punto de que se metió en su piel para interpretarla en una representación teatral. Su reivindicación le parece «fundamental», como también el reconocimiento «para otras ilustres mujeres de Pulianas que hemos conocido gracias a Aurelia».
Aurelia Navarro, cuando ya era monja
Se refiere, por ejemplo, a Asunción Linares, que fue la primera catedrática en su especialidad en la Universidad de Granada. Como Aurelia Navarro, ella también «desafió barreras y dejó su huella en la sociedad».
Para que el recuerdo de una y otra perdure, el Ayuntamiento de Pulianas organizó el 8 de marzo de 2024 Con motivo del Día de la Mujer en marzo de 2024, el proyecto 'Pulianeras que dejan huella', que se materializó en una colección de paneles dispuestos en las farolas de la Plaza de España.
Centrándose en la pintora, la responsable local de Cultura recuerda que fue en 2021 cuando se pensó en resaltar su figura. Ese año, la doctora Historia del Arte por la Universidad de Granada e investigadora Dolores Santos Moreno, especialista en pintura granadina del siglo XIX, «contactó con el ayuntamiento para hablar de Aurelia Navarro, una artista cuya existencia había permanecido en la sombra durante demasiado tiempo. Eso no sólo dio inicio a una bonita relación, sino que también sembró la semilla de un compromiso: presentar oficialmente el libro que rescataría la vida y obra de Aurelia en su pueblo natal».
El alcalde de Pulianas, José Antonio Carranza, junto a un cartel que recuerda la figura de Aurelia
En mayo de 2022 se presentó ese libro y para algunos vecinos fue «la primera vez» que oían hablar de una artista «tan valiosa». Acudieron familiares de Aurelia y eso «hizo que la ocasión fuera aún más especial, fue todo un homenaje a una mujer que había dejado una huella imborrable en el arte».
El reconocimiento a la pintora no se detuvo ahí. En febrero de 2023 se llevó a pleno una moción para honrar su legado y proponer su nombre al nuevo Centro Cívico y Cultural de la Urbanización de la Joya. «Este gesto simbolizaba no solo un tributo a su vida, sino también un compromiso con la memoria de todas las mujeres que han sido borradas de la historia», sintetiza Lorena Fernández.
La inauguración de ese centro cívico y cultural, en junio de 2024, fue «un día inolvidable», recuerda la edil. Allí se presentó otro libro sobre Aurelia Navarro, la novela 'Pintar desnudos, acabar monja' de Nerea Aznar. «Así se selló un capítulo importante en la historia de este pueblo. Aurelia ya no es un nombre borrado; su legado vive y respira en cada rincón de Pulianas», concluye Lorena Fernández, a quien rubrica el alcalde del municipio, José Antonio Carranza: «Aurelia Navarro, con su valentía y determinación, ha dejado una huella imborrable en nuestro pueblo. Su legado perdurará, recordándonos que cada historia merece ser contada y cada vida, celebrada».
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