Freseros de Huelva alquilan tierras en Portugal acorralados por las dificultades

«Al desmesurado incremento del precio de los insumos, y la nueva normativa de fitosanitarios, se han unido unas condiciones climatológicas que nos han golpeado negativamente desde el inicio de la campaña», aseguraba el gerente de la asociación, Rafael Domínguez.

La falta de agua es, precisamente, uno de los aspectos que más preocupa a los agricultores, que han tenido que ajustar los riegos al mínimo, lo que ha redundado inevitablemente en una merma de la producción. Además, a mitad de campaña, la escasa agua disponible ni siquiera era buena para regar, debido a una gran concentración de sales que la hacían inutilizable y que puso en aprietos a muchas explotaciones. Además, el excesivo calor del pasado octubre, que obligó a replantar casi un 30%, el elevado frío del inicio del año y el sofocante calor del mes de abril, ha repercutido tanto en la cantidad como en la calidad de la fruta recogida.

A su vez, todo esto ha impactado en los mercados, donde el precio de la fresa ha subido ligeramente: no tanto compara compensar el brusco incremento de la luz y otros costes que han sufrido los agricultores, pero sí lo suficiente para que los consumidores lo noten. Y es que Huelva es la cuna del 95% de fresa que se produce en España y los agricultores onubenses son los sextos productores a nivel mundial. «Los segundos en el ránking si se trata de rendimiento por hectárea», recalcan desde Freshuelva para recordar la «eficiencia» de las empresas de la provincia.

Una hegemonía indiscutible que nació en los 90, con el «boom» de los frutos rojos, y que ahora está en peligro, no solo por la sequía, sino también por la nueva normativa fitosanitaria, que ha hecho que sean varias las empresas que han puesto el foco en terrenos de Portugal, sobre todo, e incluso Marruecos, y ya están probando con plantaciones de fresa a través de la compra y el alquiler de terrenos. El motivo de que estén explorando otras posibilidades de producción es la prohibición en España del uso de fitosanitarios (para combatir y prevenir las plagas y enfermedad del cultivo) que, sin embargo, sí son legales en el país luso.

Ante el temor de que la 'fuga' a Portugal sea mayor, y que las propias empresas del país vecino, donde se ha multiplicado la superficie dedicada a los frutos rojos en los últimos cinco años, empiecen a 'coger carrerilla', desde Freshuelva han pedido reiteradamente al Gobierno «que deje a un lado la inacción» y proponga un marco normativo que permita a los agricultores onubenses competir en igualdad de condiciones con la fresa extranjera. De lo contrario, avisan, podría perderse gran parte de la producción y empezar a notarse, en la superficie plantada, que se mantiene alrededor de las 11.000 hectáreas. En Portugal, en escasos años se ha pasado de apenas 500 a más de 5.000 hectáreas contabilizadas en 2022.

La de los fitosanitarios es una cuestión vital para un sector cuya actividad y apuesta por la sostenibilidad en los últimos meses ha estado empañada por la polémica sobre la proposición de ley para regular los regadíos de Doñana.

En estos momentos, la desinfección química es la única alternativa realmente efectiva para lograr unos suelos sin plagas, hongos, o malas hierbas. El problema es que las materias activas que se utilizaban han sido prohibidas por Bruselas y, mientras Portugal o Italia han conseguido «salvar» dicha prohibición con una legislación propia, en España, el Ministerio de Agricultura que dirige Luis Planas ha ignorado el problema.

«Tan solo queremos que los productores españoles puedan competir en los mercados en las mismas condiciones que los otros países», recalcaban desde Freshuelva, donde también consideran que esto terminará lastrando mucho en los próximos años la producción de fresa en la provincia.

«Si no podemos desinfectar los suelos, no se puede sacar adelante el cultivo», se han lamentado los agricultores, que insisten en que, si no se desinfecta de manera correcta, la probabilidad de una planta de fresa de enfermar «es del 90%».

De hecho, comparan la relación entre los fitosanitarios y el cultivo de fresa con la del hombre con los antibióticos, imprescindibles para acabar con ciertas infecciones. Además, calculan que en cifras, si se siguen prohibiendo fertilizantes, y todo parece indicar que así será, pues Bruselas ya ha propuesto que se reduzca su uso la mitad de aquí a 2030, la merma en la producción puede llegar a ser hasta de un «40%», lo que implica elevar el coste de la fruta para que siga siendo rentable.

La cuestión no es baladí: están en juego los 100.000 empleos en campaña, y los 20.000 permanentes, que genera el sector de los frutos rojos.

A todo esto hay que sumarle, además, la competencia de terceros países, como Egipto, Marruecos y Turquía, cuyas producciones no se rigen por las mismas normas sanitarias que las españolas, y que suponen una competencia desleal para la fruta de Huelva.

Esta es, precisamente, una de las reivindicaciones que encabeza Freshuelva en la Unión Europea, a través del Grupo de Contacto de la Fresa, en el que productores españoles, lusos y franceses se han unido para reivindicar «cláusulas espejo» para la fresa que entra de terceros países, es decir, que cumplan las mismas condiciones fitosanitarias, y de normativa laboral, que se exigen aquí.