28-F. Día de Andalucía
Escenarios de la autonomía andaluza: un movimiento del campo a la ciudad
Sevilla
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La historia de la autonomía andaluza también puede examinarse desde el punto de vista de la geografía, que explica algunas de las consideraciones políticas que han moldeado la comunidad en el último siglo y medio. Localidades donde la autonomía fue cuajando y comarcas en las que el autogobierno era una aspiración indeclinable
Andalucía es una tierra grande, hermosa, vieja y sabia. El viejo eslogan radiofónico da idea de las dimensiones de la geografía, la belleza, la historia y el conocimiento acumulados a lo largo de los siglos en la región que un día se llamó Castilla ... la Novísima pero que acuñó su personalidad colectiva en torno a un vigoroso sistema de ciudades medias sobre el que se construyó la identidad de la región más meridional de España.
También la autonomía –o habría que decir con más propiedad los sucesivos procesos autonomistas hasta que finalmente cuaje el del último cuarto del siglo XX– se construyó así, con el aporte de sus ciudades donde las elites burguesas fraguaron un ideal andalucista que fue adoptando diferentes vestiduras a lo largo de la historia: federalista, regeneracionista, georgista, regionalista, antifranquista, autonomista… Centrar la mirada en la autonomía andaluza es fijar la atención también en las ciudades en las que fue cuajando de un modo u otro la aspiración colectiva de dejar atrás las desigualdades que marcaban la vida de grandes capas de la población agraria andaluza.
Ese es el hilo conductor de este especial con motivo del Día de Andalucía, genéricamente concebido como un mapa de la autonomía en la que se señalan hitos destacados en el territorio y también en la historia.
MÁS INFORMACIÓN
- Andalucía, del cambio al liderazgo
- Ronda 1918: para empezar, una bandera y un escudo
- Aracena 1932: el primer municipio en el que ondeó la verde y blanca
- Córdoba 1933: tres días en los que Andalucía esbozó su autogobierno
- Coria del Río 1936: Blas Infante, de activista a mito de la autonomía
- Málaga 1977: el día de la blanca y verde que se tiñó de rojo y negro
- Antequera 1978: un pacto para ratificar el compromiso político andaluz
- Almería 1980: la autonomía llegó a Andalucía con el VAR
- Carmona 1981: la ciudad del estatuto de autonomía por derecho propio
- Sevilla 2007: una reforma del estatuto de inspiración catalana
El mapa de la autonomía es impensable sin unas cuantas ciudades del interior en esa franja casi equidistante entre las capitales de Sevilla, Málaga y Cádiz que constituye el centro geográfico de la comunidad: Antequera, Ronda y Carmona marcan otros tantos hitos históricos que, a finales del siglo XX, se reforzaron oportunamente dándoles un lugar destacado en el único proceso autonomista que llegó a buen puerto.
Parece lógico que la conciencia regionalista prendiera en esas agrociudades en las que era imposible no ver las condiciones laborales y socioeconómicas de los braceros sin tierra, condenados a salarios de miseria. Desde las ciudades, los grandes núcleos de población de las capitales abiertos al comercio y a la industria, era posible escamotear –aun sin pretenderlo– la indignidad asociada al hambre y al analfabetismo como primeras manifestaciones de la penuria económica que marca la historia andaluza de los dos últimos siglos.
A esa trinidad agrourbana de la primera hora autonomista conviene añadir otras localidades que se ganaron también su sitio: Aracena, donde por primera vez ondeó la bandera blanca y verde en el balcón de un edificio institucional; Córdoba, donde la Asamblea de Parlamentarios emprendió el camino de la autonomía en mitad de la Segunda República; y Coria del Río, la residencia de Blas Infante desde la que un piquete armado se lo llevó para encarcelarlo y luego fusilarlo en los días que siguieron al pronunciamiento militar que desencadenó la Guerra Civil.
El último trío de ciudades tiene que ver con el movimiento autonomista durante la Transición, desde mediados de los años 70 hasta la aprobación definitiva del Estatuto en 1981. Sevilla y Málaga cobran entonces el protagonismo que hasta entonces no habían tenido. De hecho, la Junta de Andalucía definió bien pronto los símbolos de la comunidad pero se tomó su tiempo para señalar cuál había de ser su capital, decisión que tomó el Parlamento en la primera sesión constitutiva.
Aunque el clima de euforia popular que vivía el proceso autonómico a finales de los 70 se enrareció a comienzos de la siguiente década cuando UCD empieza a frenar las ansias de autonomía de muchas regiones españolas considerando que el proceso empezaba a escaparse de las manos. Y Andalucía, por ser la comunidad más poblada y la primera de las que no eran «nacionalidades históricas» que planteaba su autogobierno en términos políticos frente a las intenciones de Madrid, constituyó la piedra de toque de todo el edificio administrativo que el Estado ensayaba.
El referéndum del 28 de febrero de 1980 se convirtió así en la clave de arco de todo el entramado ideado en Madrid para rebajar las aspiraciones regionalistas que florecían por doquier. También sirvió para plasmar diferencias geográficas en el apoyo a la autonomía plena tal como se dilucidaba en la consulta popular.
La provincia de Almería se quedó descolgada del resto y no pudo superar el listón de la mitad del censo más un elector que se había regulado para que el proceso descarrilase. Almería era un feudo de UCD: no en vano, había sido la provincia con mayor número de militantes del partido de Suárez en el primer congreso de la formación política. En Benitagla, un municipio de menos de 200 habitantes, el único de Andalucía regido por un alcalde de la ultraderechista Fuerza Nueva, triunfa el 'no', caso excepcional en toda la región.
los orígenes del regionalismo
El movimiento por la autonomía se inicia históricamente en las ciudades medias de la región, de fuerte componente agrario
Caso opuesto al de Trebujena, donde el número de síes alcanzó un 76% del censo, o Puerto Real, donde el voto afirmativo copó más del 90% de los sufragios emitidos. Cádiz capital también podría incorporarse por derecho propio a este mapa de la autonomía andaluza. Allí se constituyó el 27 de mayo de 1978 la Junta preautonómica, un embrión de lo que luego sería el Ejecutivo regional. Estaba previsto que fuera en el Oratorio de San Felipe Neri, de indudables resonancias constitucionalistas porque fue en ese templo desacralizado donde se discutió la Constitución de 1812, la 'Pepa'. Finalmente, el obispado de la diócesis no dio su aprobación y la Junta de Andalucía se erigió en la sede de la Diputación Provincial.
Dos únicas provincias quedan fuera de esta panorámica geográfica que dibujamos en las siguientes páginas: Granada y Jaén, aunque por distintos motivos. Granada había sido foco del andalucismo histórico en el siglo XIX, principalmente en los periódicos de la época y, en concreto, en torno a la revista 'La Alhambra' del periodista Francisco de Paula Valladar. La provincia de Jaén es caso aparte. Estuvo del lado del 'no' hasta que la Justicia concedió un 50,07% de votos favorables.
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