Las altas temperaturas de los meses veraniegos, especialmente durante las olas de calor, se sobrellevan mejor con una bebida fresquita. Una cerveza bien fría es uno de los bienes más preciados cuando los termómetros se disparan. Por ello, los paseos hasta el frigorífico se ... vuelven habituales e incluso constantes durante los meses estivales.
No obstante, pueden darse momentos dramáticos como el de abrir la nevera y descubrir que ya no quedan botellines (o envases de nuestra bebida preferida) fríos. ¿Qué hacemos? Bebérsela a temperatura ambiente no es una opción.
Que no cunda el pánico. Hay una forma de conseguir que se enfríen las bebidas sin necesidad de usar el congelador y esperando tan solo tres minutos. Tampoco hay que hacer magia.
De hecho, aparte de la lata o botellín únicamente se necesita un cubo (o cualquier otro recipiente amplio en el que quepa la bebida y el resto de elementos), agua, hielo y —muy importante— sal.
Esto es lo que hay que hacer para enfriar la cerveza
El proceso es bien sencillo. Introducimos la cerveza, así como los hielos y el agua, asegurándonos de que cubren por completo la bebida. Por último incluimos la sal, el ingrediente clave para poder disfrutar de nuestro refrigerio en pocos minutos. Tres, concretamente, tras los cuales nuestra cerveza estará fresquita y lista para consumir.
Esto ocurre porque la sal necesita calor para disolverse en el agua, por lo que irá directamente a por la de la lata o botella al estar sumergida entre cubos de hielo. Mientras la sal absorbe el calor de la bebida, el hielo la enfría, por lo que en muy poco tiempo conseguiremos el efecto deseado. Este período se alarga si queremos enfriar varias bebidas a la vez.
Una vez conocido este truco, no hay nada que temer si estamos sedientos y acalorados durante las calurosas jornadas de julio y agosto. Salvo que nos quedemos sin cerveza en casa y tengamos que salir a pleno sol a buscarla, claro.
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