HISTORIA
Tributo a la primera mujer en la Armada en Aguilar de la Frontera
Las parroquias de la localidad en colaboración con la asociación Galatea homenajearon ayer a Ana María de Soto, que fue pionera como marina
Ana María de Soto, la mujer de Aguilar de la Frontera que fingió ser un hombre por su sueño de ser marinera
Córdoba
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Iniciar sesiónLas parroquias de Aguilar en colaboración con la asociación Galatea homenajearon ayer a Ana María de Soto, primera mujer que consiguió enrolarse en la marina española como soldado a finales del siglo XVIII. El acto se llevó a cabo en ... la parroquia del Soterraño y comenzó con la celebración de una Eucaristía que estuvo presidida por Luis Sánchez, capitán capellán de la Brigada Guzmán el Bueno de Cerro Muriano.
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Durante la homilía se puso de relieve el importante papel que esta figura, que nació en agosto de 1775 en Aguilar. Justo después de la misa el investigador Antonio Hierro pronunció una conferencia en la que se profundizó en el papel de Ana María de Soto y en las hazañas que tuvo que realizar para ver cumplido su sueño y convertirse en militar. Por su parte el párroco, Pablo Lora, hizo hincapié en la necesidad de poner en valor la vida de vecinos y feligreses aguilarenses.
Por último se inauguró una estela conmemorativa, realizada por el escultor Ricardo Llamas, junto a la pila bautismal de la parroquia del Soterraño, que recuerda que en este lugar se bautizó Ana María de Soto.
Subterfugio
Hay que recordar que Soto se fue de su casa antes de cumplir los 18 años para conseguir una plaza de soldado aunque lo hizo disfrazada de hombre. Se enroló en la sexta compañía del batallón de marina número once con el nombre de Antonio y superó la prueba en 1794 sin que nadie se diera cuenta de su verdadero sexo. Se embarcó en la fragata Mercedes y en ella participó en la guerra contra la Convención Francesa. También tomo parte en la batalla naval de Cabo San Vicente en 1797. Más tarde Antonio de Soto, que era su nombre oficial, se embarcó en la fragata Matilde donde permaneció un año hasta que enfermó. Confesó al capellan su sexo y, descubierta, se ordeno su desembarco. Por gracia real se perdonó su acción y se le concede el rango de sargento.
Enterados sus superiores del engaño ordenaron su desembarco inmediato el 7 de julio de 1798. Pese a ello contó con el respeto de sus compañeros que la habían conocido y tratado en sus más de cinco años de servicio.
En reconocimiento a las acciones de guerra en las que participó y por su disciplina el rey Carlos IV le concedió una pensión vitalicia. Hace algunos años el Ayuntamiento de Aguilar constituyó una cátedra para poner en valor su figura.
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