Devoradores de recursos

Pero visto desde arriba se podría juzgar a la especie humana como un virus para la madre tierra que muta para ir esquilmando todos los recursos minerales, biológicos, animales, fagocitando océanos, campos y bosques en pos de una civilización que se cimenta sobre el consumo infinito de la cantidad y la tecnología, que lleva al hombre renacentista con múltiples capas de sabiduría, experiencias y reflexiones, hacia un hombre aislado, irascible e infeliz porque nunca son suficientes las tenencias y no las vivencias todo es virtual.

No importa la experiencia si no la foto de la misma, no importa el conocimiento variado y rico si no un título que enmarcar, la evolución está siendo tecnológica pero no humanista ni ética. Es el reino del egoísmo del individuo y de las naciones, unos se aprovechan de los otros y todos devoramos los recursos limitados hasta el límite.

Las crisis tienen algo bueno y es que pueden hacernos mutar y provocar un cambio que de otra manera puede ser que nunca se diera, pueden hacernos despertar y comprender que hace mucho que pasamos unos límites y que debemos reconstruir nuestra forma de ser y de pensar si queremos ser viables como especie.

De una política de tierra quemada, de un sistema lineal económico de extracción, fabricación, utilización y eliminación que ha sobrepasado sus límites, y el agotamiento de recursos naturales y combustibles fósiles, debemos evolucionar a la economía circular sostenible pues su objetivo es que el valor de los productos, materiales y recursos, se mantengan durante el mayor tiempo posible reduciendo al mínimo la generación de residuos.

En un contexto de escasez y fluctuación de los costes de las materias primas, la economía circular contribuye a la seguridad del suministro y a la reindustrialización, pues los residuos se convierten en recursos para otros, el producto se diseña y se deconstruye, de nuestros residuos obtenemos materias primas y generamos empleo local y no deslocalizable.

Una Europa que utilice eficazmente los recursos es una de las siete iniciativas que pretende generar un crecimiento inteligente, sostenible e integrador y la estrategia para generar crecimiento y empleo.

No estamos hablando de nada raro, cualquiera que tenga un huerto lo sabe, se producen alimentos y los desechos sirven para compostaje y abono de un nuevo ciclo.

Buenos agricultores están luchando ya por una producción ecológica, autosostenible, y de calidad y ese ejemplo es exportable a otros sectores.

El problema de los vertederos es algo que políticamente hay que solucionar, no puede haber cúmulos de basura, si no plantas de reciclaje orgánicas, de envases, plásticos, metales, de manera que la huella de desecho no exista. La industria de la depuración y limpieza de aguas, aires, ríos y océanos, así como la de producción de energías limpias han de ser prioritarias.

Y ahí sí que tenemos nichos de investigación, trabajo y desarrollo pero hay que reorientar a industrias ya existentes, y crear otras nuevas y donde la tecnología sí sea útil para la evolución y sostenibilidad de la especie humana y no un simple mecanismo de difusión de miedos y acentos que nos inocula el virus del egoísmo y la soledad.