Rafael Díaz Vieito - Depende...
Todos queremos más
Lejos de sectarismo de partido hay que reconocer que la ciudad se despereza y que este cogobierno es mejor que el anterior
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Iniciar sesiónAunque, para qué negarlo, no recuerdo haberlo hecho nunca, unas elecciones municipales permiten, sin mayor cargo de conciencia, votar a partidos a los que se detesta y a los que jamás uno se plantearía votar en otro tipo de comicios. Tiene que resultar muy ... satisfactorio ser de derechas y tener claro que quieres que tu alcalde sea un tipo del Partido Socialista , ser un izquierdista de manual pero apoyar con tu voto a una alcaldesa popular o, incluso, estar convencido de la maldad intrínseca de los independentismos pero, al tiempo, defender la labor de un nacionalista encaramado a la gestión municipal. Con gestión, total dedicación, vocación municipal, independencia y liderazgo muchos alcaldes han conseguido tal cosa. ¿quién se habría resistido a votar a Iñaki Azcuna en Bilbao ?; ¿cómo se explica que los más ardorosos defensores de Feijoo en Vigo voten en masa a Abel Caballero?; ¿hay algún socialista que cuestione la transformación de Málaga -sí, inevitable la cita- liderada por Paco de la Torre ?; ¿tiene alguna explicación que en apenas dos legislaturas Cádiz haya pasado de una mayoría absoluta del PP a otra de Podemos (o como quiera que vaya a llamarse en lo sucesivo)?
Causa amargores, pero la ciudad debe estar por encima del partido. Hay cantos de sirena , seguro, pero la ciudad está por delante de ambiciones individuales futuras. Han pasado apenas cien días desde que, tras la celebración de las elecciones municipales, José María Bellido fue elegido alcalde y resulta todavía imposible saber si, como me gustaría, acabará siendo uno de los alcaldes que engrosen la corta lista de los masivamente votados por los adversarios o si, como oí en un bar hace un par de días a propósito de Isabel Ambrosio, pasará «sin pena ni gloria»: de las peores cosas que se pueden decir de un alcalde.
Sólo desde un cierto sectarismo de partido puede negarse que el cambio existe, que -lentamente- la ciudad se despereza y mejora y que este gobierno es mejor que el anterior. Es difícil discutir que se está agilizando el funcionamiento de la Gerencia de Urbanismo , que se ha planteado una modificación de las ordenanzas que implica una rebaja fiscal, que se han normalizado las relaciones con colectivos postergados, cuando no acosados, durante los cuatro años del bipartito, que la participación ciudadana funciona, que los barrios han podido disfrutar de sus piscinas o que el alcalde está presente y ejerce como tal las veinticuatro horas del día.
Las expectativas generadas son, sin embargo, el mayor de los enemigos de este gobierno. Todos, los que les hemos votado y los que no, esperamos mucho, no una simple leve mejoría. La limpieza de la ciudad debe mejorar, la agilización en Urbanismo debe dar paso a una reforma estructural, la bajada de impuestos debe ser, como se prometió, masiva (y no, la propuesta que se está debatiendo no contiene una bajada masiva ) y la búsqueda de consensos y la necesaria participación de los ciudadanos no debe frenar la toma de decisiones. El gobierno municipal va por buen camino, sin duda, pero como decía Peret en la canción «todos queremos más».
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