El inquisidor

La cruz de las Descalzas , como tantas otras repartidas por España, se puso por lo que se puso, dejemos las medias verdades. Fueron homenajes nacionalcatólicos , falangistas mayormente, a una parte de los asesinados —abandonemos ya lo de caídos, que no estaban en una escalera— de la Guerra Civil . Pasadas décadas, muchas, en la mayor parte de ellas se eliminaron los mensajes más evidentemente franquistas generando un desnudo icono cristiano universal que, en estos momentos, solo es noticia cuando lo quieren quitar. Dicen por ahí, parece ser, que Franco lleva muerto un tiempo. Que igual es por eso.

En Vallellano —la anteriormente conocida como avenida del Flamenco—, hay una cruz similar bien grande . Cuando gobernaba Zapatero y se aprobó la Ley de Memoria Histórica, el PSOE decidió que retirando la cartelería alusiva a 1939 -yugos y fechas inclusive- no había por qué derribarla. En el anterior mandato, si recuerdan con lo de Isabel Ambrosio, se cambió Cruz Conde de nombre pero a nadie se le ocurrió demoler el monumento, que está rematado con una escultura femenina que es un antiguo homenaje a la aviación . Cosa que nadie sabe muy bien explicar.

La alcaldesa de Aguilar optó por quitar la cruz generando, oh sorpresa , la animadversión de personas que consideran que se actúa contra sus legítimos sentimientos religiosos. La foto de la cruz tirada en la escombrera, alcaldesa, no ayuda . Pero sería bueno aclarar que lo que quería Carmen Flores era colocar en su lugar una estatua en homenaje a Rodrigo Varo y Antequera , noble local que puso los dineros para el convento cercano. Con billetes para tostar una vaca, acabó tomando el hábito franciscano. Eso le llevó a ocupar cargos en la Inquisición , institución democrática de primera hornada como todo el mundo sabe. Y eso nos hace detectar algunos fallos de enfoque histórico en el infalible plan ejecutado en Aguilar.