Depende...
Discrepancias en los partidos
El cese de Cayetana puede hacer del PP un partido peor
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Iniciar sesiónQue Cayetana Alvarez de Toledo sea, que lo es, una de las parlamentarias más notables y de más sólida formación no convirtió su nombramiento en un acierto. Sus ataques inmisericordes a Mariano Rajoy , su desabrida despedida en 2015 y su tono perdonavidas ... la hacían antipática para muchos. Buena parte de militantes y cargos públicos populares la consideraban el símbolo de una cierta agresión al pasado del partido y a figuras respetadas y queridas. Como soy de los que vio en ese nombramiento una lamentable refutación del llamado «marianismo», que hoy más que nunca debe reivindicarse, aquel nombramiento me pareció una equivocación. Como Feijoo afirmó después de aquello «los nombramientos no son neutrales».
Pero s i su nombramiento fue un error , las formas de su destitución agosteña en el momento político que vivimos tampoco pasarán a los anales de la habilidad política. Con un Podemos acorralado por su presunta financiación ilegal y los sobresueldos que tanto les gustaba -con razón- criticar y un presidente del gobierno escondido en plena oleada de contagios, desplazar la atención hacia una crisis interna menor es lamentable. Si le sumamos una muy poco afortunada rueda de prensa de la destituida en la que reveló el contenido de una conversación privada con el presidente del partido , al que casi ridiculizó, el resultado final es pésimo. Una mera cuita interna puesta al nivel de la corrupción de uno de los partidos gobernantes o de la ausencia de criterio alguno en la vuelta a las aulas o en el enfoque de la lucha contra esta segunda ola de contagios. Deja, incluso en aquellos más partidarios del cambio en la portavocía, un regusto amargo y cierta sensación de fracaso. Pero sin duda el episodio del cese de Álvarez de Toledo plantea cuestiones muy interesantes no sólo para la vida interna de los partidos sino, y en la medida que estos son el cauce esencial para la participación política, para el adecuado funcionamiento de la democracia.
No puedo estar más de acuerdo con la exportavoz popular en que la discrepancia no es deslealtad y que el ejercicio de la libertad de pensamiento no constituye un acto de indisciplina. Lo contrario sería condenar a los partidos a prescindir de casi cualquier signo de vida inteligente. Ser del PP -y la reflexión creo que sirve para cualquier partido-, por más que algunos se empeñen en ello y traten de castigar de las más variadas formas a quienes no piensan así, no es afirmar que todo lo ejecutado o ideado por un gobierno liderado por alguien de ese partido es correcto, cuando no extraordinario y todo lo hecho o propuesto por los adversarios es un desastre. Ahora bien, los límites para la expresión de esa crítica no pueden ser los mismos para un simpatizante o un afiliado que para un diputado o, no digamos, para el portavoz de un partido en el Congreso. Me gusta especialmente la r eflexión de José Manuel Otero Lastres cuando usa la figura de los «lobos solitarios» contrapuesta al del portavoz de un partido; efectivamente cuando un portavoz es el altavoz de la discrepancia se está convirtiendo en portavoz de sí mismo y no del partido y está siendo desleal al mandato encomendado. Por eso, conociendo al brillante personaje, fue un error su nombramiento y por eso sorprende que éste, nombrada a dedo y sin mayores explicaciones , se revuelva contra un cese ejecutado con sujeción a esas mismas reglas.
En cualquier caso, debo admitir que el desdichado episodio del nombramiento y cese de Cayetana puede hacer del PP un partido peor, en cuanto menos libre y menos permeable a la sociedad civil, en el que quien proceda del exterior del partido perciba una cierta hostilidad (la recurrente crítica a los fichajes estrella: ¿fue una mala idea fichar a Luis de Guindos o a Manuel Pizarro ?; el fichaje estrella es malo cuando busca aprovecharse de la imagen del fichado y bueno cuando pretende utilizar su talento) y en el que discrepante sienta un cierto temor a expresar sus ideas. Sin duda, evitarlo hará más rico a un partido y le permitirá servir mejor los intereses de los ciudadanos. Tienen todos los partidos trabajo por delante.
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