La celosía

No me atrevería a decir que la polémica acerca de la titularidad de la Catedral de Córdoba esté superada. Hay sectores de la izquierda cordobesa que a falta de otras ideas aventarán la cuestión a poco que se acerque el momento de votar . Sí puede afirmarse, sin embargo, que es ya un debate de escaso recorrido y que, en ese permanente recurso a la vieja técnica del «que viene el lobo», ha aburrido, cansado y hastiado hasta a quienes en buena lid intelectual defendían la titularidad pública. Surge ahora -a falta de pan, buenas son tortas- la controversia sobre la célebre celosía retirada en el muro norte de la Mezquita como consecuencia de la sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía en la que declara la nulidad del acto por el que se acordó la retirada de la misma y que alguno parece haberse tomado como una suerte de revancha o victoria pírrica contra el Cabildo.

Un político seguramente diría que hay que respetar las decisiones de los tribunales . También esta, por supuesto, pese a que sus argumentos son más que rebatibles y algunas de las premisas sobre las que se asienta en fallo son discutibles. No existen nuevos usos previstos, pues muchas hermandades ya transitaban por el interior de la Mezquita durante la Semana Santa desde hace muchos años . No existe más intervención que una adecuada conservación del monumento conforme a un proyecto aprobado por todas las administraciones. No puede considerarse la celosía una parte consustancial de la Mezquita ni su autoría resulta indubitada. No existe riesgo alguno de que el tránsito de todas las hermandades genere riesgo alguno.

¿ Habrá reposición de la celosía ? Nada dice la sentencia del Alto Tribunal sobre ello y muy posiblemente es imposible desde un punto de vista técnico sin comprometer seriamente algunas partes, estas sí, esenciales de un templo por fortuna vivo. Se impone una solución constructiva , acompañada de una modificación legislativa como la operada en otras comunidades autónomas y un estudio profundo acerca del impacto que las magníficas celosías colocadas en los años setenta del pasado siglo tienen en la estabilidad y conservación futura del muro norte.