LA CERA QUE ARDE
Radares
Los trámites urbanísticos se frenan y los puestos de caracoles van con una rapidez inusitada
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Iniciar sesiónDesde hace algunas semanas , si usted circula por la avenida de Carlos III o por la de la Libertad en el Vial , habrá descubierto, mientras responde al whatsapp de su señora, ojea las alertas del Tinder o tuitea una guasa sobre ... el injerto capilar de Santiago Abascal, que una pantalla roja le advierte de los kilómetros a los que circula su vehículo y usted mismo. Está bajo el área de acción y vigilancia de unos radares colocados en avenidas donde, por lo general, a todos se nos olvida que no podemos circular a más de 50 Km/h . De hecho si ha visto en dichas pantallas un número de más de dos cifras, aparte de recomendarle que levante el pie del acelerador, debería tranquilizarse no vaya a ser que se coma la terraza del Hangar o acabe haciendo un trompo en la cuesta de Fátima. Ya tenemos el antecedente de una concejal de seguridad que, a modo de justicia poética, se empotró contra un señor de adelante (entiéndaseme la expresión) cuando circulaba por Carlos III en modo living la vida loca. Las prisas nunca son buenas.
Todo debería hacerse más despacio , como propone el denominado «Movimiento Slow» que nació en los años 80 en Italia ante la avalancha de las cadenas de comida rápida y que promueve una vida más tranquila y sosegada, no exactamente como las perfomances independentistas catalanas, que nos obsequian a sus ciudadanos arrastrándose por las aceras denunciando la opresión del estado español -es lo que sucede cuando se alcanza el nivel intelectual de un cefalópodo- sino renunciando al acelere que las nuevas tecnologías y modos de incomunicarnos nos imponen.
En la Gerencia de Urbanismo , por ejemplo, hace tiempo que practican el «slow» y si no que se lo digan a un catalán que lejos de hacer la babosa por las aceras de Berga, provincia de Barcelona, se ha dedicado a emprender, como hacían los catalanes antes de que fueran atacados por el virus del apocalipsis zombie. Creo que en este caso además es un emigrante andaluz -menuda novedad- que s e dedica a restaurar edificios históricos y hacer hoteles perita para turismo del bueno. O sea, ese lujo que nos mola a todos. Tres años lleva el buen hombre esperando la licencia y los permisos -poco tiempo es para lo que hemos visto- y al final ha tirado la toalla porque el teniente alcalde responsable de la Gerencia le ha hecho la cabra o algo así. Total: que la casa de los Burgos , frente al Arqueológico, queda en espera de que alguien se aclare, haga algo positivo para variar y decida no ahuyentar a los inversores que según otros radares, huyen de Córdoba como del dengue. Amén del descenso en plazas hoteleras que hubo durante 2018, como la velocidad en el Vial.
Sí que hemos detectado una rapidez inusitada en la colocación de puestos de caracoles : es nuestro modelo productivo, que junto al formato Colegio Rey Heredia, nos pone bajo el radar de lo que realmente importa: ver como todos nos adelantan por la derecha y hasta por la izquierda. Y sin multas.
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