Quisimos tanto a Pedro

Dos imágenes junto a este texto. La superior se tomó en la presentación de la plataforma de apoyo a Susana Díaz, ayer mismo. El PSOE oficialista en pleno, el «gotha» del partido, los que parten el bacalao en la agrupación provincial. Todo aquel que es alguien en el partido, en el Ayuntamiento de Córdoba, en los municipios, en las diversas estructuras donde los socialistas tienen mucha, pero mucha mano. No se la hicieron en la sede del PSOE porque en estas cosas hay que mantener la cautela. Se fueron a la ONCE salvo el diputado Antonio Hurtado que se equivocó de sitio .

Sobre estas líneas, junio de 2014, la que se presentaba era la plataforma en apoyo a Pedro Sánchez. En la sede del partido y con todos sus peregiles . Y algunos, muchos, de los que estuvieron en los de Susana Díaz aparecen también en lo de Pedro. Dos años dan para que se rompa un corazón. El exalcalde de Montoro Sánchez Villaverde , la regidora de Moriles Paqui Carmona , tantos y tantos que se identifican con uno o los dos bandos en liza. Porque eran los mismos. Cuando el oficialismo dijo que había un hombre, uno, que representaba al socialismo del futuro.

Eran, qué demonios, otros tiempos. Cuando Pedro Sánchez era la esperanza blanca que llegaba de Madrid, cierto es, convertido en el ungido por Susana Díaz, que puso a sus pies a los andaluces de los que ahora se chotean los desagradecidos. Por el acento y eso. Ella no quería, en aquella época, presentarse a liderar el PSOE y eso hizo que en Córdoba se le quisiese una barbaridad. Tanta, que se le ofrecían las casas para quedarse a dormir, caso concreto del que fue su jefa de campaña, Soledad Pérez (a quien no se le ve en la foto de Susana Díaz pero se le intuye).

Se desconoce si Pedro llegó a aceptar la propuesta de algún militante cordobés de pernoctar en su casa . Bien le vendría ahora que recurre al crowfunding . Sí que no había dudas ni por los que luego, ay, le dimitieron de la ejecutiva. Sánchez era un hombre honesto y honrado, que dice el clásico. Lo que España necesitaba. El líder carismático. Y guapo, que se decía en los pasillos de la avenida del Aeropuerto. Qué guapo es el puñetero, decían ellas y ellos.

Antes, ay. Mucho antes del conflicto que partió el dos en el que la dirección cordobesa tuvo tanto que ver. Tanto que decir. Su secretario general, Juan Pablo Durán, fue uno de los conjurados, uno de los que dimitió de la ejecutiva federal, el sanedrín de Ferraz, con el objetivo de pitarle la quinta falta personal a aquel jugar de baloncesto. Las cosas se encuentran ahora mucho más claras. El PSOE cordobés apoya a Susana Díaz. Sin fisuras.

Como un solo hombre. Unos 200 dirigentes, cargos públicos y asesores que vienen a ser como el diez por ciento del partido. Lejos quedan ya aquellos días en los que Pedro se paseaba por Córdoba como si fuera por su casa y hasta las casetas de Feria le decían cosas bonitas. Cuando aparecía por los mejores lugares que el PSOE podía enseñar, como la fundación Guadalquivir Futuro. Antes de que pasase aquéllo.

Y los altos cargos de Córdoba lo paseaban por los Patios y aplaudían en los mítines. Cuando decían de él que era el futuro del partido y no aquel que venía a romperlo. Cuando aseguraban que no se conformarían con ser una plataforma de apoyo sino que se comprometían a ser «militantes activos dispuestos a llevar a cada una de las agrupaciones socialistas el mensaje de su campaña.

Cuando lo paseaban por San Basilio, por las macetas y los geranios, por el mayo festivo todo para acercar al candidato a la gente. En aquellos viejos tiempos, dos años que se han hecho dos siglos, en los que aquellos que quieren tanto a Susana Díaz quisieron tanto a Pedro .