Crónicas de Pegoland
Portillo
Poca gente como Antonio puede enseñar tantos hechos en su vida profesional
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Iniciar sesiónTengo la suerte de haber trabajado con Antonio Portillo y no haber salido despedido por un balcón en una de las siderales peloteras que en su día tuvimos en la sede de Vimcorsa por los asuntos más variados. Hará como quince ... años, me citó en su despacho, en uno de mis fugaces pasos por el lado oscuro de la comunicación, me miró a los ojos y me soltó un enorme discurso, épico, sobre el cuidado que había que tener con el dinero del pueblo de Córdoba y la responsabilidad que teníamos los que trabajábamos para el ciudadano que, con tanto esfuerzo, paga sus impuestos . Luego me dejó un móvil de los más baratos del mercado para uso estrictamente profesional que tuve que prometerle por todas mis abuelas fallecidas que volvería a las instalaciones de la empresa municipal en perfecto estado en cuanto acabasen las gestiones que tenía que realizar. Cosa que hice apenas unos días después porque me jugaba, literalmente, el gaznate.
Antonio, gerente de la empresa municipal de vivienda durante muchos años, desayunaba concejales . Disfrutaba más que un pijo con una mascarilla de Silbon haciendo sufrir a sus jefes políticos a los que invariablemente siempre tendió a llevar la contraria en algún momento determinado usando una especie de media sonrisa que significaba algo así como «ya verás como me salgo con la mía». Aún así, pasó de IU al PP, del PP al PSOE, del PSOE a IU y, en la última etapa, de IU a los socialistas, que fueron quienes cumplieron con la amenaza mil veces planteada del despido.
Por el camino, poca gente puede presumir de haber impulsado tantas cosas durante su vida profesional. De inventarse de la nada un parque de vivienda social de tamaño parecido al occidental al aparcamiento de la Victoria en la única zona libre de restos arqueológicos. De las reformas concertadas con la Junta en la calle Torremolinos a las primeras adquisiciones de casas patio para su protección. De la primera apuesta por la responsabilidad social corporativa de una empresa municipal con la creación de la sala de exposiciones de Vimcorsa, que siempre quiso que estuviese ajena a los canales culturales oficiales. De aquella vez que nos quedamos con las ganas de construir un edificio de apartamentos baratos en alquiler para jóvenes en la Fuensanta a pesar de todo lo que Andrés Ocaña peleó e hizo que se pelease para conseguirlo.
A estas alturas del artículo, Antonio Portillo ya habría mandado cuatro mensajes de Whatsapp y realizado dos llamadas telefónicas, afeándome tal olvido, exponiendo cinco alternativas urbanísticas para Miraflores, dándole caña a la penúltima decisión de la Gerencia de Urbanismo y cerrando su discurso sobre la situación del mercado de la vivienda con una de sus frases favoritas: «Ni de coña». Me habría recordado el café pendiente, yo le habría dicho que la semana que viene sería buena para sentarnos un rato y él habría dejado caer la posibilidad de un artículo que ya nunca me podrá mandar.
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