Piña colada

Nuestra alcaldesa doña María Isabel ha sacado de la chistera la moción de censura como Agustina de Aragón sacó los cañones a la Puerta del Carmen para defender a Zaragoza entera de Napoleón y como avanzadilla de la «Pilarica» . A poco que su burbuja zen se ha visto ligeramente cercada, nuestra regidora se ha tirado a la puerta de Capitulares sacando toda la artillería pesada que un alcalde tiene para perder el trono . Una órdago épico que suena a melodrama fingido o a precipitado resuello, pues duras han de venir a partir de ahora.

Al cogobierno municipal de Córdoba sólo le queda el presupuesto de 2018 para dejar patente de corso en un mandato sin raíces ni frutos. Sólo ideología reciclable , nada de gestión . Como manda el código no escrito de la política local, el año electoral, esto es 2019, habrá prórroga presupuestaria —más, si cabe, en alianzas—. De ahí que se carguen hasta reventar las alforjas como liberaba su tensión el j ugador de Dostoievski apostándolo todo al rojo impar de la ruleta de la fortuna. Es por ello que el aviso a navegantes de Ganemos Córdoba con las ordenanzas fiscales —prorrogarlas no tienes grandes efectos, aunque se venda la reducción del IBI a los Patios como el «maná» , siendo el chocolate del loro— suscite preocupación en el seno del bipartito de cara a unas cuentas cruciales para la rentabilidad de esta gobernanza y sus aspiraciones electorales. ¿Qué dirá nuestra primera autoridad si acaban reposando sobre el mostrador plenario...?

Lástima que doña María Isabel no disponga de ese comodín con el que pudiera presionar a sus socios díscolos para meterlos en cintura. Como le ocurría a Doñarrosa cuando Hurtado se subía a la jaca con el trabuco y le galopaba en los plenos de un lado a otro de la bancada con las piruetas de Sandokán y agarrotándole el esternocleidomastoideo a la que hoy es su compañera de filas socialistas. En aquellos cogobiernos, Doñarrosa levantaba el teléfono rojo y tocaba todas las teclas de su kawai para zanjar cualquier rebelión a bordo . Los puentes entre Podemos y su amalgama de franquicias con el PSOE andaluz ni está ni se le espera, por lo que esa vía de presión política es nula. Máxime, cuando la agrupación de electores está sin rumbo , con un tronco podemita ajeno al patrón político ortodoxo que sus concejales han ido aprendiendo muy lentamente. Y tampoco Pedro García está por la labor de tender alfombras a su alcaldesa y socia para que no pise los charcos que están al venir y de los que él ha tomado sobrada cuenta.

Tendrá que fajarse y mucho doña María Isabel si no quiere que esa piña del pregón pueblerino («¡Niños y niñas llorad por piñas, llorad con fuerza, llorad con ganas, que el tío de las piñas se va mañana...!»), y que ella escogió como metáfora del estado de las cosas, no termine en piña colada .