Crónicas de Pegoland
El perno
Cuesta cada vez más que el público tenga datos y no prejuicios
Enganche de la barandilla de seguridad en la Mezquita
El martes, la Plataforma Mezquita-Catedral de Todos contó un hecho que no es cierto. Una mentira, si ustedes le tienen ojeriza. Una inexactitud, si acaso son de carácter benevolente. Por medio de un correo electrónico que recibieron todas las redacciones de Córdoba, se ... aseguraba que la Iglesia estaba haciendo agujeritos en la fachada del monumento para colocar los pa lcos de la Semana Santa, como si fuesen estanterías del Ikea. Dado que venía de una fuente con cara y ojos, hay medios que dieron por buena la cuestión y lo contaron indentificando la fuente, reproduciendo las fotografías y dando pelos y señales de los datos que la plataforma proporcionaba.
El caso es que no había caso. Las fotos se corresponden con una zona en la que ni siquiera se montan los palcos de la Semana Santa porque queda fuera de la carrera oficial. Las obras son parte, según el cartel bien grande que está expuesto desde hace bastantes días, del proyecto de restauración del andén perimetral oriental, el paseo elevado de la calle Magistral González Francés . Unas actuaciones diseñadas por el arquitecto Sebastián Herrero —uno de los conservadores de la Mezquita-Catedral—, dirigidas por un arqueólogo experimentado y que se encuentran bajo la supervisión de la inspección arqueológica de la Consejería de Cultura , que tiene a un funcionario específico para todo lo que se hace en el monumento. En una visita técnica reciente, se optó por sujetar la barandilla de protección a la piedra para evitar caídas habida cuenta de que se trataba de una superficie a levantar y que es fácilmente accesible para el público. Aquí en ABC hicimos un «fact checking» de esos que se montan los modernos para aclarar el asunto. Y a otra cosa.
Ayer mismo, estuve dando un garbeo por las redes sociales —ese patio de vecinos— para ver cómo iba la vaina del perno en el poyete. Pese a que se había aclarado el asunto, que se habían ofrecido datos objetivos sobre la materia, que se había explicado con pelos y señales que todo había sido una confusión, aún existían muchas personas ciscándose en la mamá de los curas. Vaya usted a saber quién, había decidido que, pese a que en la noticia no existía ni medio gramo de verdad de la buena, se habían producido «daños irreparables» en el exterior de la Mezquita de Córdoba. Que el asunto seguía siendo un escándalo pese a que existían hechos evidentes que lo convertían en radicalmente falso.
Esto ya no va del perno, ni de los palcos, ni siquiera de la Mezquita. Va sobre lo que es verdad y lo que no es verdad . Sobre hechos. Sobre lo fácil que es distribuir una versión inventada de las cosas sin hacerse responsable de las consecuencias que generan. De lo que cuesta, una vez puesta la bola a rodar, que el personal tenga datos por encima de prejuicios. De lo aburrida que es la realidad cuando lo que se le ofrece es un buen argumento con el que fardar en el tuiter. De lo que bien que agarra el tornillo aunque ni haya perno, ni haya pared, ni haya nada de nada .
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