Casi 900 mujeres en riesgo de sufrir malos tratos cuentan con seguimiento policial en Córdoba

La víctima es sometida a una valoración de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y, en función de su diagnóstico, se acuerda un tipo u otro de protección. A partir del riesgo «medio» ( 97 mujeres , según los últimos datos de la Subdelegación del Gobierno) ya hay vigilancia policial ocasional y, según las circunstancias de la mujer, se le puede ofrecer la posibilidad de ingresar en un centro de acogida. Solo en los casos en los que se aprecia riesgo elevado se impone una vigilancia permanente del agresor y de la víctima que puede llegar hasta la escolta policial. En este nivel de riesgo se encuentran siete y una, en peligro «extremo» .

El riesgo «bajo» solo implica facilitarle información y recomendaciones. Además, hay otros casos en los que no se aprecia un peligro inminente, pero se establecen medidas de seguimiento (revisión del nivel de riesgo cada tres meses) y, si es necesario, se fija un control policial. En estos dos grupos se encuentran 790 mujeres .

Los datos de este registro de Interior recogen, además, cómo hay casos en los que un mismo agresor reincide y llega a ser autor de malos tratos con más de una mujer y, también, como existen víctimas que han sufrido violencia de género por parte de más de un hombre.

En este sentido, según la jefa de la Unidad de Violencia contra la Mujer, Marían Aguilar, «existe un 70 por ciento de probabilidad es de que un hombre que comete un acto de violencia contra la mujer sea reincidente ».

¿Y qué se puede hacer? Las cifras dan la razón a la efectividad de los programas de reinsercción de maltratadores : «De los hombres que pasan por estos cursos que hay en prisión, sólo el 15 o un 20 por ciento vuelve a manifestar conductas violentas », señala la experta. En lo que va de año, de 242 reclusos sentenciados por malos tratos unos 55 han concluido con éxito estos programas de reinserción.

Se trata de un programa del Ministerio del Interior que se desarrolla junto con Instituciones Penitenciarias y que tiene como objetivo modificar actitudes sexistas e ir desarrollando pautas en igualdad de género. La duración de estos cursos de reeducación es de un año , pero hay también adaptación para los internos maltratadores que pasarán menos tiempo entre rejas. «Se intenta que asuman la responsabilidad de lo que han hecho, que vayan eliminando esas estrategias que justifican sus actos, que desarrollen una empatía hacia las víctimas de violencia de género», explica Aguilar.

El principal problema con que se encuentran los educadores que imparten estos cursos es la negación o justificación de los hechos por parte de los agresores. «Llegan a decir que sus víctimas se lo merecían o que no es para tanto , que no es violencia, es lo normal, comenta esta responsable de la Unidad de Violencia contra la Mujer.

Los monitores, explica Aguilar, «les hacen ahondar mucho en su conciencia y los tensan hasta el extremo para que aprendan al autocontrol o a no dejarse llevar por los celos, a escribirle una carta a la víctima o a olvidar esa connotación de poder».

Ahora, lo que se intenta desde el Gobierno es que estos presos condenados por maltrato continúen con este programa cuando salgan de la cárcel . «Son muchos los que piden ayuda al finalizar su periodo de reclusión porque creen y ven que pueden meter la pata. Seguir con esta reeducación significa, además, trabajar en protección a la víctima», concluye esta experta.

Pero, ¿qué sucede cuando los agresores siguen suponiendo un riesgo real para las víctimas? En numerosas ocasiones, es necesario ofrecer protección, un hogar seguro y una atención integral a las mujeres que sufren violencia de género. Solo en el primer semestre de este año, en Córdoba un total de 146 víctimas de la violencia machista - 72 mujeres y 74 menores -, pasaron por la red de centros del Servicio Integral de Atención y Acogida a Mujeres Víctimas de Violencia de Género del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM),según los últimos datos de la Junta de Andalucía.

Este servicio tiene un equipo de profesionales que trabajan de manera multidisciplinar con las víctimas, ofreciéndoles terapia psicológica, asesoramiento y acompañamiento jurídico , además de orientación laboral y apoyo social. El servicio incluye además un programa de becas anuales para la formación a distancia de mujeres acogidas, con el objetivo de mejorar su empleabilidad y nivel de autonomía.