Depende...
La marca grande del centro-derecha
El Partido Socialista ha perpetrado y sigue perpetrando fechorías políticas diversas
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Iniciar sesiónAunque con ciertas disfunciones, algunos excesos y no pocos errores derivados en unas ocasiones del perverso sistema electoral español y en otras -especialmente a partir de las célebres palabras «respetaré lo que salga del Parlament de Cataluña »- de la ineptitud zapateril, el ... Estado Autonómico diseñado en la Constitución ha sido, es y -esperemos- seguirá siendo un éxito. Descentralizar y acercar el poder al ciudadano era más que conveniente, imprescindible. Reconocer y proteger las múltiples singularidades que conviven en España , desde las lingüísticas a las demográficas, era un objetivo irrenunciable frente a tendencias uniformadoras y radicalmente jacobinas: ni España es Madrid, ni Madrid debe decidirlo todo, como algunos, en un discurso simplista, parecen defender. La imprescindible y deseable unidad de mercado, tan amenazada por la evidente maraña legislativa que padecemos, no debe ser la coartada para arrasar cualquier diferencia.
Envuelto en la bandera del autonomismo, el Partido Socialista ha perpetrado y sigue perpetrando fechorías políticas diversas. Alentó la aprobación de un Estatuto abiertamente inconstitucional que abonó el discurso victimista y de agravios de los nacionalistas catalanes. Ha utilizado todos los resortes de que dispone para presionar y chantajear económicamente a las autonomías, dispensándoles un trato distinto en función de filias, fobias e intereses electorales. Y en esta campaña electoral su autonomismo de boquilla le está llevando a prometer la aniquilación de las bajadas de impuestos que, en el ejercicio de sus competencias, han aprobado las autonomías gobernadas por el PP: en la nueva doctrina del PSOE, hay que respetar, por ejemplo, las competencias educativas de Cataluña que conducen al más evidente de los adoctrinamientos pero hay que cercenar las competencias fiscales que favorecen a los ciudadanos residentes en las comunidades bien gestionadas. Quizá no haya que sorprenderse de que aspiren a igualarlas a todo en lo malo, evitando aspirar a hacerlo en lo bueno, pues ello forma parte de la genética de la parte de la izquierda a la que Sánchez pretende ahora cautivar.
Hablar de voto útil a estas alturas es arriesgarse a resultar cansino y a ser acusado de cobarde y conformista, pero es indiscutible que ese voto existe. Es el que permite expulsar del gobierno a quien tiene esa visión del Estado, que habla de plurinacionalidad sin saber qué significa (inolvidable la pregunta de Patxi López : Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?), que gestiona desde el presupuesto desde el sectarismo más radical. Quizá no compartamos el cien por cien de sus propuestas, difícilmente todos sus candidatos nos seducirán y probablemente recordemos algunos de los errores pasados, pero para los que deseamos ver a Pedro Sánchez lejos de la Moncloa el camino más recto es el que es: agrupar el voto en lo que el columnista favorito de mi mujer, el gran Luis Ventoso , llama la marca grande del centro derecha. Lo demás, como bien dice, son desahogos emotivos y más Sánchez .
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