Examen de repesca

A los arquitectos de las iglesias que se construían en los últimos años del siglo XX y primeros del XXI les pedían, y no hay más que abrir los ojos, que hicieran puertas por las que no saliesen pasos , y muy pocas cofradías podían hacer sus altares de cultos en los presbiterios de sus sedes. Yo mismo vi a imágenes bendecidas custodiadas en casas particulares por haberlas expulsado de la casa de Dios, y en todos esos momentos pensé que quienes lo hacían o lo consentían, o quizá lo fomentaban, no eran capaces de comprender a las cofradías.

No parecía un problema de mala fe o de desdeñosa superioridad intelectual, quiero creer, sino de falta de la elemental información, y también de algo de cercanía personal, para interesarse por la forma en que rezan y sienten quienes viven la fe en torno a unas imágenes concretas, las honran con cultos que a veces no se dan en otros ámbitos de la Iglesia, y las sacan en procesión un día de la Semana Santa o del resto del año. Tan justo es decir que parecía que faltaba comprensión entre algunos de los que llegaban más allá de Despeñaperros como que muchos criados aquí, y por lo tanto vecinos de las hermandades toda su vida, tampoco derrochaban empatía con los cofrades .

Los optimistas piensan que esos tiempos pasaron. Si en los últimos años noventa se frenó una procesión magna por escrúpulos pastorales y en la década siguiente se impidió otra por despecho de quien pensó, y quizá con razón, que querían pasar sin llamar a la puerta, en la década de 2010 cualquier cuenta redonda se resuelve con muchos pasos en la calle y todas las bendiciones. De pronto aquella mirada microscópica sobre cualquier desviación o detalle que indicara que había más devoción a las imágenes que al S antísimo Sacramento había pasado a vista gorda y de perfil cuando los preparativos de alguna magna eran un rosario de contratación de bandas de postín y fichaje de capataces para hacer cameos.

Cuando el Vaticano revolucionó a la periferia de las cofradías (que no a su entraña) con la posibilidad de llevar procesiones de Semana Santa a septiembre y enseguida se pusieron a hacer palmas nadie tiene que pensar que se ha conseguido que entiendan a las hermandades. Más bien tienen la mirada tópica y desenfocada de los mesetarios y de los que van buscando tipismos y arcaísmos atávicos , como si más que católicos fueran una especie de díscolos a los que hay que mirar con condescendencia su teología de «arsielo». Cuando escuché las voces sensatas de los hermanos mayores hablar de oración y de ayuda a sus semejantes y alejarse de artificios en mitad de la tragedia lo tuve claro: si quienes proponen un examen de repesca en septiembre han entendido a alguien no ha sido a los cofrades.