Levántate y anda

La última pirueta la acaba de dar en el Palacio de San Telmo . En plena debacle del susanismo tras el tortazo planetario de las primarias. La presidenta de la Junta de Andalucía se repliega a los cuarteles de invierno (es un decir), se refugia en la enfermería para curarse las heridas, se prepara para resistir con una remodelación de su Gobierno y zas: la señora Aguilar, consejera de Justicia .

No es su primer milagro. Ya ha caminado sobre las aguas en unas cuantas ocasiones. De hecho, no ha venido haciendo otra cosa en toda su vida pública que salir indemne de los cataclismos , sobrevivir a los naufragios y resucitar del más allá cuando medio mundo la creía finiquitada. El prodigioso abandono del barco de IU quince minutos antes de que se estrellara contra las municipales de 2011 quedará para la historia de los grandes prestidigitadores . Nada por aquí, nada por allí, tararí que te vi.

Aún la estamos viendo dando el triple salto mortal con tirabuzón aquella noche en que se acostó alcaldesa de un partido y se levantó consejera de otro distinto . Todavía hay algunos que siguen mirando atentamente a la pantalla para ver si averiguan el truco. Así es la gran maga de la representación política. Usted se queda observando fijamente el pajarito mientras ella ya está montada en el taxi en dirección hacia el nuevo despacho oficial.

Conoce todos los misterios bíblicos de Lázaro y tiene la paciencia para calibrar los tiempos del santo Job. Ha multiplicado los panes y las pijotas fritas, es capaz de convertir el agua en votos y está tocada por el don de la ubicuidad como solo pueden hacerlo los dioses y los candidatos en campaña electoral. Lo mismo te hace un plan especial a la medida de Sandokán que un traje de entretiempo y dos huevos duros. Y dejad que los parcelistas se acerquen a mí.

Pudiéramos decir que nació con un escaño en la mano . Desde entonces, ha ido cruzando las procelosas aguas de la política de piedra en piedra, de concejala a parlamentaria, de diputada a alcaldesa, de consejera a ministra y de ministra a consejera como solo puede hacerlo un ser sobrenatural que tiene la virtud de abrir océanos , atravesar instituciones, abrazar multitudes y resucitar de entre los muertos.

De otra manera no se explica que haya sobrevivido al fuego graneado de los suyos. Al bombardeo sin contemplaciones, las insidias constantes, el ataque frontal, el cerco implacable de quienes se sintieron traicionados por su más laureado cartel electoral. Cualquier mortal hubiera caído exhausto y moribundo . Pero la señora Aguilar es inmune a la dinamita y es capaz de abandonar un edificio en llamas sin ni siquiera un rasguño. Hablamos de doña Rosa. Una criatura de otro mundo.

El planeta sucumbirá, el cielo caerá sobre nosotros, los mares se confundirán con las montañas y entonces, en medio del apocalipsis y las calamidades sin cuento, su espíritu invencible se levantará y andará hacia el estrado para recoger su nuevo nombramiento oficial .