José María Molina, director de Ánfora Nova | «La poesía puede ser también un arma de ataque»

—¿Qué hace un poeta como usted en un mundo como este?

—La poesía es para mí una necesidad vital. Me gusta leer y escribir poesía . Me apasiona degustarla con fruición , porque constituye un vehículo de expresión con el que intento transmitir emociones, reflexiones, belleza y creatividad a través del lenguaje y la palabra. Y todo ello me hace inmensamente feliz .

La felicidad de la escritura fue un hallazgo temprano en José María Molina (Rute, 1961). Se aficionó a la lectura en la escuela, gracias a alguno de sus maestros, que le abrieron la puerta de los cuentos, las fábulas y, cómo no, la poesía. La escritura llegó inmediatamente después. Todavía conserva algunos de aquellos papeles que son ya la arqueología de su memoria. Desde 1984 es maestro «vocacional» en el pueblo que ama y que le insufla cada día la paz que necesita para vivir. Ánfora Nova nació en 1989 . Un prodigio que se cimenta cada año con las manos de solo cinco personas.

—¿La poesía es un arma de defensa?

—La poesía no sólo es un arma de defensa sino que también puede serlo de ataque . A través de la introspección interior el poeta escribe no sólo para su disfrute personal, sino también para que se lean sus creaciones; y, por supuesto, algunas de ellas pueden constituirse en vehículos de reivindicación social frente a acontecimientos concretos.

—¿Un verso puede salvarnos la vida?

—Para mí, un verso puede salvarnos la vida siempre que se den las circunstancias adecuadas, porque muchas personas encontramos en la poesía una de las razones de nuestra vida. La poesía es existencia, expresión máxima de la libertad del ser humano y de su vivencia en el tiempo .

—¿Qué ha aprendido en la pandemia?

—Como a la mayoría de las personas, la pandemia me ha hecho sentir tremendamente vulnerable, confirmando el viejo tópico de que la salud es nuestro bien más preciado. Aunque también me ha confirmado las constantes contradicciones que siempre ha tenido nuestra condición humana.

—Díganos un antídoto contra el confinamiento.

—La lectura y, afortunadamente en mi caso, la escritura han sido mis mejores y más efectivos antídotos contra el confinamiento. Ambas han sido, sin duda, una excelente terapia.

—Ánfora Nova cumple 32 años. ¿Terquedad o milagro?

—La verdad es que desde sus comienzos, en el año 1989 , Ánfora Nova pretendió convertirse en una publicación con proyección internacional, y creo que lo ha conseguido desarrollando su actividad con una seriedad, una constancia y una autoexigencia basadas en la calidad y singularidad de sus contenidos, que siempre han intentado incluir a un nutrido y prestigioso elenco de escritores representativos de la literatura andaluza , española y universal .

—120 números, 500 escritores y 50 países. Ha hecho usted más por Rute que el anís Machaquito.

—Aunque a Rute se le conoce como «el pueblo del anís», y la marca Machaquito ha sido siempre la más reconocida, nuestro pueblo ha sabido aunar las sinergias que han aflorado en nuestra tierra en los diferentes ámbitos productivos e incluso cultural, como es el caso de Ánfora Nova, que se añade a otras importantes iniciativas como el Museo del Anís, el Museo del Azúcar de la Flor de Rute, el Belén de Chocolate o la Casa–Museo del Jamón .

—En Ánfora Nova ha escrito Antonio Gala, Juan Ramón Jiménez, Aleixandre, Saramago, Alberti, Desmond Tutu o Arrabal. ¿Cómo lo hace?

—Evidentemente poder acceder a estos autores universales es siempre una tarea complicada. Por nuestra parte, lo hemos logrado por la propia trayectoria y relevancia de nuestra revista y por su prestigiosa nómina de colaboradores que ha incluido a numerosos premios Nobel , Cervantes , Príncipe de Asturias de las Letras , etc. A ello se añade también su alta consideración en el ámbito internacional y el interés que siempre han despertado los proyectos que hemos ido configurando desde nuestros inicios, como son esos monográficos dedicados a temáticas sumamente interesantes y comprometidas con nuestra actualidad: la paz, la mujer, la ecología, el derecho o la literatura.

—El último número apareció bajo el título de «Literatura y compromiso». ¿Hay literatura sin compromiso?

—En nuestra existencia, como en la literatura , hay un compendio innumerable de compromisos. Por esta razón, no se concibe la literatura sin compromiso. El primero de ellos debe de ser el compromiso con la propia literatura en sus diferentes géneros, manifestaciones estilísticas y ubicaciones geográficas. Pero la literatura tiene también otros compromisos con valores universales como la paz, los derechos humanos , la justicia, la ecología, el agua, el paisaje e incluso con la reivindicación de autores y otras manifestaciones artísticas como el cine o la pintura.

—Dice Federico Mayor Zaragoza sobre su poesía: «Sus versos se sustentan en la precisión de la palabra». ¿Escribe con escuadra y cartabón?

—Las palabras de Federico Mayor Zaragoza están entresacadas de un exhaustivo prólogo que le hizo a mi último poemario «Señales subjetivas». Supongo que lo que intenta expresar es la necesidad o exigencia que tiene un buen poema de contar con una adecuada precisión, tanto en la palabra como en los versos que configuran el poema. En este sentido, cabe destacar que la totalidad de los poemas de este libro están constituidos por versos endecasílabos, que han de poseer su propio ritmo y cadencia, además de sus características métricas correspondientes. Porque en un buen poema debe de aflorar, además de sensibilidad y emoción, un correcto dominio técnico.

—¿Le persigue la perfección?

—La verdad es que siempre he sido, y continúo siendo, una persona muy perfeccionista. Y ese perfeccionismo lo traslado a mi producción literaria, como poeta y narrador, donde destacaría mi entusiasmo, mi perseverancia y mi autoexigencia.

—¿Hay poesía en Instagram?

—En Instagram hay de todo como en todos los ámbitos. El soporte es secundario. Sólo existe la buena o la mala poesía. Aunque creo que es positivo disponer también de medios tecnológicos para la difusión de la poesía o de cualquier otra manifestación cultural, el libro en papel es un complemento esencial para que el poema pueda llegar a convertirse en un objeto de arte, que dispone de un soporte físico que lo hace verdaderamente tangible y único.

—¿Los premios le alimentan?

—Para mí, escribir es una adicción, un ritual placentero del que no puedo prescindir independientemente de los reconocimientos que obtenga. Pero es evidente que el hecho de que te premien por ello me motiva y, también, me responsabiliza para seguir trabajando con la misma ilusión, constancia y pasión con que lo he venido haciendo hasta ahora. Por supuesto, no vivo de la poesía sino para la poesía; para leerla, para escribirla y para vivirla.

—Cierre los ojos y pida un deseo.

—Dadas las circunstancias tan dramáticas que nuestra sociedad actual está viviendo con la pandemia , mi primer deseo no puede ser otro que el que podamos tener salud y recuperar nuestras vidas . Es un tópico pero sin salud nos sobra todo.