¿Cuál es la huella de los templarios en Córdoba?

Pero la huella de los Pobres Caballeros de Cristo en Córdoba , cuya historia está cargada de leyenda y misterio, es más profunda. Junto a la Calahorra, desde donde protegían a la ciudad de quienes trataban de entrar y obtenían fondos mediante el tributo por pasar, los templarios se hicieron con otras propiedades y tierras gracias a la ayuda militar que prestaban.

Así, según José Manuel Morales Gajete, autor del libro «Templarios», los miembros de esta orden (que sería disuelta por el papa Clemente V en 1312) «también tuvieron un convento en el Casco histórico de Córdoba, que creo que pudo ser la iglesia de Santiago , pero no se ha podido demostrar».

En la provincia, los templarios también recibieron tierras por sus servicios, como en la localidad de Castro del Río . En «El Libro de diezmos de donadíos de la Catedral de Córdoba» aparece que en la citada localidad hubo donaciones hechas por Felipe III que no debían pagar diezmos a la Catedral de Córdoba: así, los miembros de la orden contaba con este privilegio a la Bula «Omne datum optimun» de Inocencio II, y estaban exentos del pago de esos pagos a la Iglesia.

En esta misma localidad, la presencia de esta milicia constituida para proteger a los peregrinos cristianos, también se puede contemplar hoy día en la iglesia de la Asunción , donde hay repartidas crices templarias y flores de lis por todo el templo, de cuya primitivo recinto solo queda la nave central («Ruta de la España de los Templarios», El País Aguilar).

Según Morales Gajete, «en Almodóvar del Río todavía queda el nombre de la explotación agrícola del Cortijo del Temple, y es testimonio de que perteneció en algún momento a la orden tras la conquista, como premio por su ayuda», relata. Precisamente, existe una leyenda relativa a este enclave. Los miembros de la orden salían al campo de batalla después de confesarse, pero hubo un caballero, tan fuerte y soberbio, que jamás lo hacía porque se pensaba invulnerable. Le cortaron la cabeza, su cuerpo cayó, y se levantó con la cabeza en las manos y se fue al Cortijo del Temple», cuenta el escritor.

Entonces, sus hermanos, aterrados, se negaron a darle confesión, aunque, finalmente cedieron por la devoción del caballero a la Virgen. Fue entonces cuando cayó desplomado. Según Morales Gajete, «la parte de verdad de esta historia está en la profunda veneración a la Virgen , que fomentaron a través de las imágenes de la Virgen negra gótica, presente en imágenes con las advocaciones de la Cabeza, Guadalupe y Montserrat».

Además del cortijo, son algunas las voces que hablan de que estos monjes milicianos pudieron haber ocupado la actual ermita de San Sebastián y hasta el propio Castillo de Almodóvar. Pero esto forma parte de la leyenda de los templarios.