Halloween de Todos los Santos

Nuestros hijos y nietos nos demandarán estos días salir a comprar unos disfraces para quedar el día de Halloween para salir por la noche, a llamar a la puerta y decir en inglés —eso sí, totalmente bilingüe— «trick or treat» , dulce o travesura, con el consiguiente aldabonazo en la puerta de los vecinos, que en las urbanizaciones modernas saben de qué va pero que en el casco antiguo se miran unos a otros sin saber de qué va esto.

Es curioso cómo una costumbre eminentemente europea viajó desde la noche celta de Samhain , que se celebraba el 1 de noviembre en el comienzo del nuevo año, hasta los Estados Unidos, y de allí transformada en motivo comercial rebotó hacia el viejo continente a través de las series americanas que consumíamos los niños desde los años 80.

Desde que el hombre es hombre se han celebrado prácticas rituales del culto a los muertos que se correspondían con una espiritualidad humana basada en la creencia en otra vida más allá de la muerte. En todas las culturas , el honrar a los difuntos y dar culto al espíritu de nuestros antepasados coincidía con el inicio del Año Nuevo en noviembre. El mortecino tiempo invernal se iniciaba después del equinoccio de otoño el día 1 de noviembre.

En los países d e tradición católica europea es la fiesta para orar por las almas de los fieles que habían fallecido y que venera a todos los santos que no tienen fiesta propia en el calendario cristiano. Fue Gregorio III el que decidió unificar todas las muertes de los santos en un mismo día para que fueran honrados.

En Córdoba la tradición cristiana es ir a los cementerios para orar por el alma de nuestros seres queridos. Nos acordamos especialmente de ellos, limpiamos las urnas, ponemos flores frescas como si se tratara de un pacto de renovación de nuestro cariño hacia ellos para que perdure otro año más.

Llamemos el día 1 a todos nuestros hermanos y familiares vivos , quedemos para vernos, comer nuestros huesos de santos, gachas, buñuelos, migas, castañas asadas y borrachuelos, pongámonos al día de nuestras vidas para luego recordar a nuestros seres queridos, honrémoslos según nuestras tradiciones , con amor y cariño, porque si queremos que nuestros hijos nos honren, como desde tiempos inmemoriales hemos hecho, tendremos que enseñarles a hacerlo para que nuestra memoria y cultura perdure en el tiempo.

No nos olvidemos de nuestros seres queridos , recordémoslos y no los cambiemos por un disfraz y una calabaza que solo responden a criterios comerciales y nunca a la voz del corazón.