Córdoba, como Andalucía, a la espera de que lleguen los test para detener la pandemia

La Junta tiene pedidos y donaciones en marcha que superan las 250.000 unidades. Se trata de una cantidad que tiene que llegar a los almacenes autonómicos desde las empresas suministradores. Pero hasta que eso pase, las fuentes sanitarias consultadas dejan claros algunos aspectos. Ni por cantidad, ni por protocolo se puede estar hablando de pruebas masivas de control entre la sociedad.

Actualmente, el SAS realiza unas pruebas llamadas PCR que son muy precisas pero un engorro. Exigen horas de laboratorio y doble confirmación. Los nuevos test no anular los exámenes actuales pero introducen una forma rápida, similar a un test de embarazo, de saber si alguien se encuentra contaminado. Apenas unas gotas de sangre permiten en diez minutos saber si alguien tiene la infección si han pasado un número de días concreto. El problema radica en los negativos donde hay probabilidades de fallo. Los actuales análisis no desaparecerán, dicen en Salud , pero se reducirá la presión sobre unos laboratorios, que trabajan en estos momentos a toda máquina.

Córdoba fue una de las primeras ciudades de Andalucía donde se pusieron en marcha los tests desde el coche en la puerta del Castilla del Pino. Pero en esos exámenes lo único rápido es la toma de muestras ya que las muestras se mandaban al laboratorio para su examen. Muy probablemente, cuando lleguen las tiras reactivas en proceso de compra, serán escasas para un uso como el propuesto por la Junta y el recomendado por la OMS . Por ello, habrá que estar en unas condiciones muy concretas para poder dar unas gotas de sangre con las que confirmar si se tiene o no la dolencia. Actualmente, se tiene que estar hospitalizado con una infección respiratoria aguda o tener síntomas leves pero ser personal sanitario, de residencias de ancianos o de servicios esenciales, como la Policía. También se aplican a ancianos en las residencias, por su especial vulnerabilidad.

Una generalización de las pruebas solo podría llegar con el proyecto del Gobierno de comprar cinco millones de tests, algo que es caro y, según está el mercado, complicado. Encargar una prueba por internet no es una buena idea porque están reservadas a uso de personal sanitario. Y los hospitales privados han de cumplir el mismo protocolo. Pagar no es sinónimo de hacerse la prueba.