SOY CORDOBITA

Córdoba enlodada

Hay que dejar de darle la espalda al Guadalquivir

Un vecino muestra el abandono en el río Guadalquivir VALERIO MERINO

18/11/2019 a las 08:10h.

Las ciudades con río tienen un especial encanto que se destila de las luces reflejadas, las puestas de sol, las estampas desde sus riberas, los bares con sus terrazas, su utilidad como vía de transporte y de usos para el deporte, y todo ello proporciona ... el licor que da ese sabor en boca al viajero que no se le olvida jamás. n Córdoba llevamos siglos dando la espalda al Guadalquivir, maltratándolo con el olvido y la indiferencia , como lo muestra el estado actual del Molino de la Albolafia, ese que está en el orgulloso escudo de nuestra ciudad, y que de llevar las aguas al Alcázar para regar sus jardines, ha pasado a ser hogar de gatos y dar una imagen triste de lo que hacemos con el Patrimonio Histórico Andaluz . Imaginen que nuestros políticos tuvieran un plan de crecimiento para la ciudad y fuesen capaces de llevarlo a cabo. Parte de ese renacimiento tan necesario en Córdoba vendría de la mano de una integración del río que lleva vagando por nuestros titulares años y años sin apenas concreción.

Lo primero a tener en cuenta son los Sotos de la Albolafia , un monumento natural originado por la sedimentación fluvial que forma islotes de limos sobre los que se asientan retazos del antiguo bosque de ribera autóctono con especies como la lenteja acuática, eneas, juncos, carrizos, eucaliptos, álamos, sauces, lirios amarillos, menta de agua y adelfas. La riqueza faunística que acoge a 120 especies de aves , protegidas la mayoría, como garcilla, garza real martinetes, cigüeña blanca, ánade gallineta, focha e incluso águilas pescadora y el martín pescador. No sé si somos plenamente conscientes, pero como no tengamos pronto un saneamiento de toda la basura que se acumula y una limpieza de la vegetación, lo que pronto tendremos es isletas de toallitas con ratas y la visión desde la orilla será la de un colector.

Sin embargo, lo que necesita la ciudad es una ruta turística guiada por el río que enseñe nuestra riqueza natural y dé puestos de trabajo. Imaginen la Ruta de los Molinos del Guadalquivir , proyecto varado en el mar de la desidia, otro paquete turístico que a diario ofrezca la visita a este Patrimonio Histórico Andaluz. Empezaría en el Molino de Martos, que se rehabilitó por 1,8 millones de euros por el arquitecto Juan Navarro, transformado en Museo Hidráulico, con un adecentamiento y horarios adecuados. Seguiría con el Molino de San Antonio junto a la Torre de la Calahorra , con 494.000 euros de reforma que lo transformó en Centro Cultural y Ocio pero que está apenas utilizado. Para luego seguir con el Molino de la Albolafia , Téllez o Pápalo Tierno y de Enmedio, paralelos al Puente Romano y hoy sin rehabilitar, que serían magníficas aulas de ornitología. O más abajo el Molino de la Alegría hoy Museo de Paleontología ,tras una inversión de 833.000 euros, y que guarda una magnífica colección de fósiles que van del Devónico al Cuaternario, dentro del Museo Botánico , que es otro gran nudo de interés turístico y cultural. Caso aparte es el Molino de la Albolafia que debería estar perfectamente restaurado y ser un emblema de la ciudad en toda visita turística, así como las torres vigías y murallones, que imponentes y olvidados destilan ruina así como los paseos que los conectan. Gastar dinero público en estos proyectos, además de mejorar la estampa de la ciudad , generará empleo y hará al turismo pernoctar.

Y por último, espero que no se malogre el proyecto del Grupo Lar para el Cordel de Écija , zona decrépita de la ciudad , que con una inversión de unos 500 millones pondría en marcha un ecobarrio entre el Puente de San Rafael y el de Andalucía, con 210.000 metros cuadrados, que del abandono pasarían a 2.000 viviendas, un gran centro comercial abierto que pudiera ser una especie de Gran Bazar de Estambul, y con muchos servicios deportivos y de ocio, con embarcaderos en activo, que den a la ciudad empleo, brillo y futuro . En nuestra mano está quedarnos parados en el fango administrativo o ponernos mano a la obra para hacer del río en Córdoba agua de riqueza y abundancia que fecunde a una población cada vez más envejecida y con más paro.