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Contramiradas

Mariano Aguayo: «He vivido bien y despacito»

Superados ya los 90 años, el pintor aún cumple puntual su liturgia diaria ante el lienzo: «La pintura me ha hecho feliz»

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El pintor Mariano Aguayo, el pasado martes, en su estudio de Córdoba Valerio Merino

Aristóteles Moreno

Abre la puerta del estudio con una sonrisa de par en par. Se mantiene erguido como una espiga y recorre el pasillo con una agilidad asombrosa. No es un dato menor. Mariano Aguayo tiene ya 90 años. Que se dice pronto. Y aquí viene ... cada día para seguir haciendo lo que ha hecho toda su vida. Pintar. Su estudio mantiene la misma quietud e idéntica disposición que hace doce años, cuando invitamos al artista a tomar asiento en estas mismas páginas . La amplia librería, a la derecha; el sofá con la mesita, a la izquierda; y el caballete mirando a la luz que entra por los ventanales del fondo. Sobre el atril, descansa un lienzo con casitas sencillas y colores vivos. Es el pueblo de Espejo. A su lado, una mesa alta sostiene un puñado desordenado de tubos de óleo ya deformados por la presión contumaz de la mano del artista. Estamos ante su última obra. En una silla apoyada sobre la biblioteca, reposa otro cuadro de la misma serie. Casitas rústicas y un castillo al fondo. Ahora se trata de Zuheros, uno de los pueblos más bellos de Córdoba.

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