El comercio de Ciudad Jardín, un barrio de Córdoba en resistencia

«Tal vez ha faltado información, porque la gente no mira los carteles», dice Manuel Ruiz , un veterano comerciante que abrió Ruiz Jiménez, una tienda de ropa de caballero hace más de medio siglo, en los mejores tiempos de Ciudad Jardín.

Ahora, ya retirado, acompaña a su hijo, Manuel Ruiz Trenas, que se lamenta de que «el barrio nunca se ha volcado con esta actividad, y es algo que ya ha pasado otras veces». Eso sí, agradecería haberse enterado de otra forma.

Ciudad Jardín ya no es el pulmón comercial que fue entre las décadas de 1970 y 1990, pero allí no se pueden quejar. Hace tiempo que se especializaron en bodas y trajes de ceremonia , sin dejar de lado otro tipo de confección masculina, y eso le garantiza mucha demanda en este tiempo.

«Hay muchas bodas que se retrasaron con la pandemia y ahora que ha vuelto la normalidad se están celebrando. Y además, sigo con mis clientes, que se llevan con polos, camisas y pantalones », cuenta Manuel Ruiz Trenas.

¿El resultado final? «No es una situación para tirar cohetes , pero tampoco para quejarse demasiado, porque lo que sí que es verdad es que se ha vuelto a activar cuando han terminado las restricciones», dice. Eso sí, el daño está hecho. Nadie compra las camisas que dejó de adquirir cuando apenas se podía salir de casa.

Su padre, en cambio, sí que enumera algunos de los problemas del barrio, como la falta de aparcamiento . Con cierta amplitud sólo está el que hay junto a la plaza de toros, a no demasiados metros, pero tampoco hay sitio garantizado.

Con todo, Manuel Ruiz Trenas, el hijo, quiere ver algo de optimismo. Recuerda un tiempo en que el barrio decayó , perdió el buen ambiente y se cerraron establecimientos. Después, con la crisis de 2008 «se limpió» y no se ha vuelto a lo de antes, pero se mantienen.

De resistencia habla también Laura Romero , que mantiene una tienda de moda llamada Label en la calle Damasco, el gran eje comercial del barrio junto a Costasol. Exhibe el espíritu de lucha para hacer frente a rivales que pueden ser de mayor tamaño.

«Afortunadamente somos una tienda de barrio que se mantiene abierta, y eso es gracias a la clientela fiel que tenemos, y que por eso estamos contentos», relata antes de dar la receta del «mucho trabajo» para levantar la persiana todos los días.

El panorama del barrio, eso sí, no invita al optimismo. Porque los comercios que siguen abiertos se mantienen, pero al cliente no le tira el panorama de locales cerrados , o de aquellos que apenas permanecen abiertos unos meses, que se ven por las calles. Su opinión, a pesar de su espíritu de resistencia, es la de que las grandes superficies terminarán por hacer casi desaparecer al pequeño comercio . «Fíjese que en las nuevas promociones de bloques que ahora se construyen no tienen locales comerciales en los bajos. Hacen pisos», revela.

Casi enfrente, tampoco es optimista Carmen Pérez, que tiene una tienda de complementos llamada Skö. «Todo está fatal, y la pandemia es justo lo que faltaba», resume. El barrio está cada vez más envejecido y las jóvenes prefieren las tiendas del Centro y las franquicias, hasta el punto de que sólo entran acompañadas por su madre.

Sí hay ambiente extraordinario, parecido al de la Shopping Night del Centro , en El Oufit de Analó . Ha sacado prendas a la calle y colgado unas guirnaldas. Ana López abrió su tienda literalmente en mitad de la pandemia . Lo tenía todo preparado para hacerlo a comienzos de la primavera de 2020.

«Y como lo tenía todo listo, lo hice en mayo». «¿La situación? Pues dos años después aquí seguimos». Comparte cierto optimismo con otros comerciantes de Ciudad Jardín y ha visto en las últimas semanas, conforme ha avanzado la primavera y se ha acercado el verano. «Se ve otra alegría , sí, porque en Navidad y Semana Santa no ha estado la cosa bien», remata.