Desde Simblia
Bicentenario del Prado
El museo, bajo el reinado de Fernando VII, es una institución de la que más orgullosos pueden estar los españoles
Exposición del salón privado de Fernando VII en el Museo del Prado recreando el original
Este año se cumple el bicentenario de una de las instituciones de las que más orgullosos podemos sentirnos los españoles: el Museo Nacional del Prado . Abrió sus puertas el 19 de noviembre de 1819, reinando Fernando VII, como Museo Real de Pinturas. ... Quedaron expuestas en el edificio que en el Prado de Recoletos se había construido bajo la dirección del arquitecto Juan de Villanueva , en el reinado de Carlos III, para ser el Gabinete de Historia Natural. En el Museo Real de Pinturas se expusieron los cuadros de las colecciones reales, excepto aquellos que quedaron en dependencias del Palacio Real o que fueron considerados pecaminosos , entre ellos, por ejemplo, la Maja Desnuda.
En la historia de la dos veces centenaria pinacoteca, el año 1868 , el de la revolución de septiembre y el destronamiento de Isabel II , fue decisivo. Por una parte, el Museo dejó de ser Real y pasó a ser Nacional. Una especie de nacionalización de la pinacoteca . También en este año se incorporaron a sus colecciones muchas obras procedentes de la desamortización eclesiástica ordenada por el gaditano Mendizábal y para cuya salvaguarda se había creado, en 1838, el Museo de La Trinidad.
El Prado, que es visitado por unos tres millones de personas al año , atesora una de las más importantes colecciones de pintura del mundo. Sus fondos están formados por unas ocho mil pinturas , cerca de mil esculturas . Casi tres mil quinientas piezas de las conocidas como artes decorativas —porcelana, orfebrería, marfil, oro, plata…— y unos quince mil dibujos y grabados. Esa ingente cantidad de obras de arte impide que todas puedan estar expuestas al público en sus salas, pese a las diferentes obras de ampliación que a través de los años se han realizado, ampliando el primitivo edificio diseñado por Villanueva. La última de ellas para poder exponer una parte importante de la pintura española del siglo XIX. Eso significa que muchas de sus obras están cedidas a otras instituciones y repartidas por toda España o están depositadas en sus fondos, convenientemente guardadas. Pero el Museo Nacional del Prado no es tanto una pinacoteca excepcional por el gran número de obras que posee, sino por la cantidad de obras maestras que están expuestas en sus salas, al contar con las más importantes colecciones del mundo de artistas como Velázquez, Goya o Rubens. A ellas se suman una importante colección de grandes cuadros obra de El Greco, de Murillo, de Zurbarán, de Ribera, de Tiziano, de Van Dic, del Bosco y un largo etcétera con las que se realizan en fechas emblemáticas exposiciones temporales dedicadas a estos grandes maestros o a su tiempo.
A lo largo de su historia ha sufrido algunas vicisitudes, ciertamente llamativas, como la salida de sus obras maestras –los Goya, Los Velázquez, los Tiziano, los Murillo, los Rubens…— ordenada por el gobierno de Largo Caballero durante la Segunda República, contraviniendo las indicaciones de los organismos internacionales y contra el criterio de los técnicos y de su subdirector, Sánchez Cantón, al considerar que era someterlos a riesgos mucho más graves que los que corrían en los sótanos del Museo para protegerlos de los bombardeos. Los cuadros, después de pasar por Valencia y Cataluña, terminaron en Ginebra desde donde regresaron a España, una vez terminada la Guerra Civil. Algunos, como «Los fusilamientos de la Moncloa» , sufrieron graves daños que pudieron ser restañados gracias a la extraordinaria labor de los restauradores del Prado que acompañaron a los cuadros en su peregrinar.
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